Memorias de mis
putas tristes
de Gabriel García Márquez
Jesús Guerra
Después de su libro autobiográfico, Vivir para contarla, publicado en el año
2002 —su primer libro publicado en el siglo 21—, el Premio Nobel de Literatura
colombiano, Gabriel García Márquez, publicó en 2004, es decir hace ya 10 años,
su décima primera novela, y muy probablemente su último libro, Memoria de mis putas tristes, una novela
breve de 109 páginas.
El libro es un homenaje al libro que comentamos en la
entrada anterior, aquí mismo, La casa de
las bellas durmientes, una novela corta publicada en 1961, por el japonés
Yasunari Kawabata, también Premio Nobel de Literatura. Recordemos que la novela
japonesa trata de un «anciano», así entre comillas lo de anciano pues tiene 67
años (aunque este asunto es un tema aparte), que va a una casa especial en donde
puede dormir, literalmente «dormir», con jovencitas desnudas. Una obra que
trata, como ya lo apunté en la entrada correspondiente, de un tema por lo
general incómodo para la sociedad: la sexualidad de los ancianos.
La novela de García Márquez es, en efecto, un homenaje
a esta obra de Kawabata, y de hecho el epígrafe de la novela está compuesto por
las primeras líneas de la novela del escritor japonés, que dicen así: «No debía
hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No
debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido».
García Márquez es un maestro de las primeras
líneas, así que su novela comienza así: «El año de mis noventa años quise
regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen». Ahí está el nudo
de la novela, desde el inicio. El anciano de 90 años, que es quien narra la
novela, es conocido como «el Sabio» y ha sido periodista toda su vida. Es un
hombre respetado, es una suerte de institución periodística local, aunque ya
sólo escribe una columna semanal. Él mismo confiesa que nunca ha estado
realmente enamorado y que nunca se ha acostado con una mujer sin pagarle.
Aunque tiene ya un buen tiempo sexualmente
inactivo, decide darse el regalo que menciona en las primeras líneas de la
obra, y le llama a una vieja conocida para que le consiga a la jovencita. La
mujer, llamada Rosa Cabarcas, es la dueña de una «casa clandestina», y a pesar
de que le parece difícil conseguir lo que el viejo Sabio quiere, lo intenta, y
lo consigue. Se trata de una chica dispuesta a vender su virginidad para ayudar
a su familia. Pero resulta que la chica está tan nerviosa que Rosa Cabarcas
tiene que darle un tranquilizante, y cuando llega el Sabio al lugar no se
atreve a despertar a la chica. Así que, como en la obra de Kawabata, sólo
duerme con la muchacha. Y apunta: «Aquella noche descubrí el placer inverosímil
de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los
estorbos del pudor». Y resulta que la muchacha le gusta al Sabio y días después
éste le pide a Rosa Cabarcas que se la consiga de nuevo, y la historia se
repite. Pero el anciano no se molesta, en realidad lo que sucede lo sorprende
incluso a él mismo: se enamora por primera vez en su vida.
Por supuesto, el amor, que tarda en reconocer, le
cambia la vida. El viejo periodista se siente vivo de nuevo, por primera vez en
años, y renace también como escritor pues comienza a publicar en sus columnas
unas cartas de amor para la jovencita cuyo verdadero nombre no conoce pero a
quien él llama Delgadina. Y sus cartas causan furor en la ciudad.
Ya no les cuento más de esta historia. Supongo que
es suficiente para incitarlos a leer esta novela deliciosa, o para releerla si
la leyeron en el momento de su aparición. Les comento, eso sí, que hay una
versión cinematográfica, dirigida por el director danés Henning Carlsen, que la
dirigió cuando tenía más de 80 años de edad; y el guión fue escrito por el
mismo director y por el guionista francés Jean-Claude Carrière, muy conocido en
el mundo, y muy reconocido entre nosotros por haber sido el guionista de
cabecera de Luis Buñuel (de hecho fue él quien redactó las memorias de Buñuel,
un libro maravilloso llamado Mi último
suspiro, que también les recomiendo).
La película mencionada tiene en los papeles
principales a Geraldine Chaplin, a Emilio Echevarría, y a Ángela Molina, y
aunque la adaptación es buena y la película es interesante y está muy bien
ambientada, yo lo que recomiendo es que aunque vean el film lean la novela. Las
historias de García Márquez funcionan no sólo por sus argumentos sino por cómo
están escritas. García Márquez es un maestro consumado de la prosa en español,
y al leerlo, el placer está, lo repito, no sólo en lo que nos cuenta sino en la
manera asombrosa como nos lo cuenta. Además, como ya se sabe, el realismo
mágico (y esta obra de García Márquez no deja de serlo) no pasa bien al cine. Y
en general la obra de este autor no ha pasado nunca bien a la pantalla (¡por
fortuna nunca se filmó Cien años de
soledad! Bueno, por fortuna y por la voluntad del propio García Márquez que
se dio cuenta que sería un proyecto fílmico imposible).
Esta novela quedó en el número 91 de las Cien Mejores
Novelas en Lengua Española de los años 1981 - 2006, una lista compilada en 2007 por la revista
colombiana Semana (www.semana.com/).
Edición estadounidense en español |
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Memoria de mis putas tristes. Gabriel García Márquez. Está publicado en México
por Editorial Diana. 110 páginas.