Mapa
dibujado por un espía
de
Guillermo Cabrera Infante
Jesús
Guerra
Uno
de mis escritores favoritos es Guillermo Cabrera Infante, importantísimo autor
de la lengua española, en general, y de la cubana, en particular, quien para
estas fechas ya ha adquirido la categoría de clásico (he comentado dos de sus
libros en el blog Lecturas Tu Red: la novela La ninfa inconstante, publicada póstumamente, en el año 2008, por Galaxia
Gutenberg / Círculo de Lectores, y su libro de cuentos Así en la paz como en la guerra, publicado originalmente en La Habana en 1960, y del cual
existen ahora ediciones en diversas editoriales).
Una
ficha biográfica estándar, corta, sobre Cabrera Infante diría algo así (de hecho,
lo dice, al final del comentario de La ninfa inconstante):
«Guillermo Cabrera infante nació en Gibara, Cuba, el 22 de abril de 1929 y
falleció en Londres el 21 de febrero de 2005. En 1954 comenzó a ejercer como
crítico de cine en la revista Carteles con el seudónimo G. Caín. Fue
fundador y director de la revista literaria Lunes de Revolución hasta su
cierre, en 1961. En 1962 fue nombrado agregado cultural de la embajada cubana
en Bélgica. En 1965 renunció a la diplomacia y se exilió en Europa. Desde 1966
vivió en Londres junto a su esposa Miriam Gómez. En 1997 se le otorgó el Premio
Cervantes.» Esa ficha es correcta, pero, por supuesto, deja fuera,
necesariamente, todo lo interesante. Dejaremos para otro momento el motivo por
el que firmaba como G. Caín sus reseñas de cine, y por qué cerró la revista Lunes
de Revolución, y por qué lo mandaron como diplomático a la embajada de Cuba
en Bélgica. Vamos a hablar de lo que sucedió un poco antes de que Cabrera
Infante renunciara, y el motivo por el que lo hizo, a la embajada y se exilió
en Europa junto con su mujer, Miriam Gómez, y podemos hacerlo porque él mismo
lo escribió en su libro Mapa dibujado por un espía, publicado
póstumamente en el año 2013 por Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.
Pero
antes me remonto a la historia del libro mismo. Cuando Cabrera Infante murió,
en el año 2005, en Londres, en donde vivió casi cuarenta años, su viuda quedó
en posesión de tres libros inéditos de su marido. Dos de ellos estaban
prácticamente terminados, según sus editores, la novela La ninfa inconstante;
el libro de memorias Cuerpos divinos (publicado en 2010), que es la
continuación directa de su libro de memorias noveladas La Habana para un
infante difunto, publicado tres décadas antes, en 1979, y el libro de
memorias Mapa dibujado por un espía, al cual, si bien estaba terminado
en cuanto al contenido, le faltaba por lo menos una pasada del autor para
afinar el estilo y quizá eliminar algunos pasajes poco importantes. Sin
embargo, como el autor ya no podía realizar esa tarea, los editores decidieron
publicarlo como estaba, con la debida autorización de Miriam Gómez, y debo
decir que incluso así, el libro es fascinante.
Es
un libro de memorias centrado en lo sucedido en cuatro meses de su vida.
Cabrera Infante fue enviado a la embajada de Cuba en Bélgica en 1962, y allá
estuvo tres años. En 1965 recibió una llamada en la que le avisaron que su
madre estaba muy enferma. Cabrera Infante dejó a su esposa en la embajada y
tomó un avión a Cuba con una escala en otra ciudad europea. Para cuando llegó a
La Habana su madre ya había muerto. Asistió al sepelio. Descansó en la casa de
sus padres. Vio a amigos. Vio a personas de relaciones Exteriores. Todo era
normal. Unos días después le entregaron sus pasajes, para él y sus dos hijas
(de un matrimonio anterior, a las que se llevaría a Europa con él) y el día
fijado se fue al aeropuerto acompañado de varios amigos que lo iban a despedir.
Faltando 15 minutos para abordar su avión, recibió una llamada en el
aeropuerto. Era de su jefe inmediato en La Habana y éste le dijo que no
abordara el avión pues el ministro de Relaciones Exteriores necesitaba hablar
con él al día siguiente. Se regresó a la casa de sus padres y a la mañana
siguiente fue a Relaciones Exteriores. Pero el ministro no lo pudo recibir ese
día. Y lo mismo pasó los siguientes días. Hasta que Cabrera Infante se dio
cuenta que algo extraño ocurría. ¿Había caído en desgracia? ¿Por qué?
Oficialmente nadie le decía nada. No había explicaciones. Es decir: una típica
situación kafkiana.
También
se dio cuenta, en sus recorridos por la ciudad, de lo que estaba pasando en el
país. Tenía apenas tres años de estar fuera de Cuba, en especial de La Habana,
de donde salió casi al inicio de la revolución, y ya la ciudad era otra: empobrecida,
racionada, con muchas carencias y muy controlada. Hasta las gentes a la que
veía caminar por la ciudad le parecían zombis de película.
Y en
pláticas con sus amigos artistas, escritores e intelectuales, le fueron
contando sucedidos, y le hablaron de la caza de brujas contra «traidores» a la
revolución, homosexuales, escritores y artistas. El régimen se había endurecido
con rapidez, la gente tenía miedo, La Habana ya no era la que Cabrera Infante
vivió y amó, y literalmente se había oscurecido, y él estaba atrapado en un
laberinto burocrático que le impedía salir del país. Tuvo que recurrir a sus
amistades que trabajaban en el Gobierno, y a sus editores en España, y
finalmente, luego de cuatro meses que en parte se leen como una novela de
suspenso, logró salir, con sus hijas, hacia Europa, a los 36 años de edad, con
plena conciencia de que no regresaría a su país mientras Castro permaneciera en
el poder.
El
libro está lleno de detalles sorprendentes sobre La Habana de la época y sobre
el ambiente político, pero en relación a la vida del autor, llama la atención
la minuciosidad del registro de sus intentos de ligue, de sus encuentros
sexuales y de su enamoramiento de una joven. Todo esto forma parte de la literatura
de GCI, por supuesto, y es particularmente importante en algunos de sus libros,
pero en este caso se trata de sus memorias de los cuatro meses que pasó en La
Habana mientras su esposa estaba en Bélgica.
Miriam
Gómez dice, en una entrevista publicada en el suplemento español El Cultural, en noviembre de 2013: «Guillermo me dijo que era la base para un futuro libro, que
aquello había sido una catarsis. Me pidió un sobre, lo guardó en él y escribió
un título: Ítaca vuelta a visitar. Yo lo metí en un cajón. Nunca
volvimos a mencionarlo». Como Miriam Gómez no
podía dejar que aparecieran las Obras Completas de Cabrera Infante (que
está publicando Galaxia Gutenberg) sin este libro, le entregó el manuscrito al
editor, Antoni Munné, para que lo leyera primero. Cuando Munné terminó de leer
la obra y vio a Miriam Gómez, le dijo: «Miriam,
te va a destrozar. No he podido dejar de leerlo. Es algo tan duro, tan
increíble». Marta Caballero, la autora de la entrevista apunta: «A su
mujer le costó digerir el romance que Cabrera tuvo en la isla. Sin embargo,
pronto volvió a su memoria la devoción que él tenía hacia el género femenino,
una característica inevitable que ella asumió cuando vivían juntos: "Para
él las mujeres eran la salvación, desde que era pequeño [...].»
Por
su parte, Antoni Munné, el editor de la obra, en la parte final del prólogo, la
describe así: «Premonición de la
disidencia, testimonio demoledor del desengaño y la decepción, Mapa dibujado
por un espía se configura como la cartografía íntima de una despedida».
Guillermo
Cabrera Infante murió en Londres, en 2005, a dos meses de cumplir los 76 años
de edad, sin haber regresado a Cuba. Vivió más en Londres que en La Habana y,
sin embargo, toda su narrativa, autobiográfica y de ficción, transcurre en la
capital cubana. Salió de su país en 1965 para no volver; hombre libre, viajó
por el mundo, recibió premios, vivió en Europa, publicó libros en muchos países
del planeta, colaboró en medios impresos de América Latina, Europa y los Estados
Unidos, escribió guiones para Hollywood y, sin embargo, permaneció
literariamente encerrado (quizá encerrado en libertad), en La Habana de los
años 50.
Mapa
dibujado por un espía es
un libro muy recomendable para cualquier lector, pero para los lectores de
Cabrera Infante es una obra imprescindible.
. .
. . . . . . . . . . . . .
Mapa
dibujado por un espía.
Guillermo Cabrera Infante. Edición al cuidado de Antoni Munné. Galaxia
Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 2013. 400 págs.