sábado, 28 de diciembre de 2019

Los dos papas, de Fernando Meirelles


© Netflix




Los dos papas
(The Two Popes, Reino Unido, Italia, Argentina, Estados Unidos, 2019)
de Fernando Meirelles

Jesús Guerra


Si les dicen que hay una película sobre el papa Benedicto XVI y el cardenal que sería su sucesor, ustedes preguntarán: «¿Y de qué trata?» Seguramente les dirán algo como: «Es una conversación entre los dos. Muy intensa. Hablan de religión, de la dirección que debe tomar la Iglesia católica, del tema de los sacerdotes que han abusado de niños y niñas en todo el mundo, de las dudas existenciales de cada uno de ellos...» (lo cual es cierto, la cinta trata, entre otras cosas, de eso). ¿Qué tipo de película se imaginan ustedes que es? Lo común sería imaginar una película bastante lenta, que se desarrolla entre pasillos y salas de estar del Vaticano, quizá con algunos flashbacks, pero básicamente una cinta conversada. Interesante, sin duda. Tal vez algo aburrida.

Pero lo importante, en realidad, para poder imaginarla correctamente, son los otros datos acerca de la cinta. La dirección es de Fernando Meirelles (el director brasileño de Ciudad de Dios, 2002; The Constant Gardener, 2005; y Ceguera, 2008 —esta última basada en la novela de Saramago Ensayo sobre la ceguera—, entre muchas otras películas y series de TV); el guión es de Anthony McCarten (guionista de The Theory of Everything, 2014; Darkest Hour, 2017 y Bohemian Rhapsody, 2018, entre otros guiones, obras de teatro y novelas. Esos tres guiones suyos no sólo son los más recientes y los más famosos, sino que los tres fueron la base para tres películas cuyos actores principales se ganaron el Oscar), y está interpretada por Anthony Hopkins como el cardenal Ratzinger luego el papa Benedicto XVI, y por Jonathan Pryce, como el cardenal Jorge Bergoglio, luego el papa Francisco... Con esta información muy probablemente su idea de lo que podría ser la cinta Los dos papas cambiará bastante. ¿Pero qué tanto cambiará? Permítanme decírselos de una vez: la película no tiene nada que ver con lo que imaginan. Va más allá, mucho más allá, es una obra hecha de una manera completamente diferente a lo que seguramente imaginan.

Jorge Bergoglio, el nuevo papa Francisco (el siempre estupendo Jonathan Pryce) intenta hacer una reservación, por teléfono, personalmente, para un vuelo de avión, porque algo no funciona bien con su WiFi. Lo vemos de perfil, casi desde atrás, en un plano muy cerrado. «¿Nombre?» «Jorge Bergoglio». La mujer que lo atiende, al escuchar su nombre, se pone en guardia. «¿Como el papa?», «Sí, bueno, de hecho...» La mujer lo corta a media frase. «¿Código postal?» «Ah, no lo sé... Ciudad del Vaticano». «Qué gracioso». La mujer cuelga. Así empieza la película. Esta escena debe de ubicarse en 2013, en los primeros días o semanas del papa Francisco.

La escena siguiente se desarrolla unos años antes, en abril de 2005, cuando el cardenal Bergoglio está dando una especie de charla en un barrio de Buenos Aires (tal vez una misa al aire libre). Interactúa con la gente. Bebe jugos con ellos. Menciona algo de su equipo de futbol preferido. La gente le aplaude. Entonces, una mujer se le acerca y le avisa que el papa (Juan Pablo II) acaba de morir.

La siguiente escena es un muy eficaz collage de diversos periodistas de diferentes partes del mundo, haciendo comentarios en varios idiomas sobre el recién fallecido papa mientras se muestran escenas de su funeral en el Vaticano. Así es como empieza esta película, con una enorme agilidad, con ingenio para brindarnos la información requerida.

Luego vemos los preparativos para la votación para elegir al sucesor de Juan Pablo II. Queda establecido que Ratzinger no quiere a Bergoglio, porque es el polo opuesto suyo de las tendencias de la Iglesia. Ratzinger es dogmático, serio, duro. Un intelectual, un académico, con un pasado en las juventudes del nazismo. Bergoglio es popular, querido por la gente, cercano a la gente, reformista, con ideas completamente diferentes a las de los conservadores del Vaticano, que no habla sólo de religión sino de problemas ambientales, de las desigualdades económicas, de política y muchos otros temas y problemas actuales.


© Netflix


Ratzinger gana la elección. Es el nuevo papa. Bergoglio se desanima por la victoria del conservadurismo. Piensa que lo mejor que puede hacer es renunciar a su puesto de cardenal e irse a atender una pequeña parroquia. La siguiente escena salta al año 2012. Bergoglio está desesperado porque no le llega respuesta del Vaticano, a donde escribió pidiendo el permiso del papa para retirarse. Compra un boleto para Roma. Piensa que debe ver su caso directamente con Benedicto XVI. Y entonces recibe carta del Vaticano. El papa lo cita pues quiere hablar con él personalmente. ¿Es eso una señal?

Lo que sigue es una serie de escenas extraordinarias de conversaciones entre Benedicto XVI y Jorge Bergoglio. Extraordinarias en principio por tratarse de quienes se trata, en donde estos dos personajes diametralmente opuestos se acercan y chocan, pero poco a poco comienzan a entenderse, aunque sus puntos de vista no cambien. Extraordinarias las escenas, también, por estar interpretadas por Anthony Hopkins y Jonathan Pryce, dos verdaderos gigantes de la actuación (ambos originarios de Gales).

Los dos hombres tocan temas importantes, muy serios, pero no siempre institucionales, poco a poco se abren uno al otro y hablan de sí mismos, de sus historias, de sus dudas. Se trata de dos hombres mayores hablando de su vida. Y en momentos inesperados aflora un delicioso sentido del humor. Hasta chistes se cuentan, y aunque el receptor no siempre lo capta, el espectador sí.

Ratzinger y Bergoglio, en la realidad, se vieron tres veces. Lo que conversaron no lo sabe nadie. El guionista, el espléndido Anthony McCarten ha declarado que lo que hizo fue conseguir todo lo que pudo sobre Ratzinger y Bergoglio, todo lo que han escrito o que han declarado a la prensa, lo que han dicho en público, entender sus puntos de vista, sus posiciones sobre todos los temas posibles y crear los diálogos. Todo lo que dicen en estas conversaciones ficticias está respaldado. No se lo dijeron realmente uno al otro, pero lo dijeron o lo escribieron en algún momento. Y ese trabajo del guionista es extraordinario.

El director, Fernando Meirelles, por su parte, le ha dado un aire de intimidad, una gran calidez, una enorme agilidad, un tono maravilloso, y un delicioso sentido del humor incluso en la musicalización, y ha logrado entregarnos una película reflexiva y emotiva, así como divertida y gozosa, llena de momentos brillantes. Es un filme que merece ser visto (y revisto), tener éxito, ganar premios y convertirse en un clásico. Es una de esas películas en las que todo, o casi todo, es formidable.

Los dos papas ya obtuvo varias nominaciones para los Golden Globes 2020: Mejor Película, categoría Drama; Mejor Actor en una película de Drama: Jonathan Pryce; Mejor Actor de Reparto en cualquier tipo de película: Anthony Hopkins; y Mejor Guion en cualquier tipo de película: Anthony McCarten. Es sorprendente que Fernando Meirelles no haya conseguido nominación para Mejor Director, pero así son los premios (de cualquier tipo): inconsistentes.

. . . . . . . . . . . . . . .

Los dos papas (The Two Popes)
Dirección: Fernando Meirelles
Guión: Anthony McCarten
Fotografía: César Charlone
Edición: Fernando Stutz
Diseño de producción: Mark Tildesley
Dirección de arte: Saverio Sammali
Música: Bryce Dessner
Con: Anthony Hopkins, Jonathan Pryce, y Juan Minujín, en los papeles principales
Género: Biografía, Comedia, Drama
País: Reino Unidos, Italia, Argentina, Estados Unidos
Idioma: Inglés, español, latín, italiano, alemán
Año: 2019
Duración: 125 minutos




viernes, 25 de octubre de 2019

Guasón, de Todd Phillips




Guasón
(Joker, Estados Unidos, Canadá, 2019)
de Todd Phillips

Jesús Guerra

 Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) trabaja como payaso para una agencia que los alquila para fiestas, para celebraciones para niños enfermos en hospitales, para sostener carteles afuera de tiendas... No es buen payaso, no es un hombre gracioso, pero él cree que sí lo es. Arthur padece una enfermedad mental que lo hace reírse, carcajearse lastimeramente, cuando siente otros sentimientos que no tienen nada qué ver con el buen humor y la comicidad. Particularmente se ríe cuando está angustiado. Incluso trae una tarjeta impresa que puede mostrarle a la gente que dice precisamente eso, que está enfermo y que su risa no está relacionada con lo que realmente siente. Pero no se puede ir mostrándole una tarjeta a todo mundo, a toda hora.

Arthur vive con su madre, Penny Fleck (la siempre estupenda Frances Conroy), en un humilde departamento de un edificio destartalado en Ciudad Gótica (Gotham). Estuvo en un hospital psiquiátrico alguna vez y desde entonces depende de la seguridad social para su tratamiento. En una ocasión pide que la psicóloga-trabajadora social-asistente le diga al médico que le aumente la dosis. La mujer le dice que de cuál medicamento si toma siete diferentes. En otra entrevista él le dice que lo único que quiere es no sentirse tan mal.

Para colmo, la ciudad es un caos que empeora: hay mucho ruido, todo el tiempo, en todas partes; y la gente es cada vez más agresiva (todo el tiempo, en todas partes). Un día un grupo de jóvenes le roba el cartel con el que trabaja afuera de una tienda. Arthur corre detrás de ellos varias cuadras y en un callejón le rompen el cartel en el rostro y lo patean entre todos, porque sí, por gusto. ¿No tiene la impresión de que todo empeora?, le pregunta en una ocasión a la trabajadora social que le da las recetas para sus medicamentos. Y sí, todo empeora. La mujer le dice que el centro de asistencia en el que están va a cerrar sus puertas porque les quitaron el presupuesto. ¿Y quién me va a dar mis medicinas? La mujer le responde que a la gente del gobierno no le importa la gente como él... ni como ella.

Arthur admira a Murray Franklin (Robert De Niro), un cómico que tiene un exitoso talk-show nocturno, y cuando ve el programa junto a su madre, él se imagina que está entre la audiencia en el estudio de televisión, y que le llama la atención a Murray y éste lo hace pasar al escenario y lo abraza... Esa admiración y esa necesidad de reconocimiento, de admiración, de aplausos (él mismo le dice a su psicóloga que toda su vida ha tenido la sensación de que no existe), impulsa su deseo de convertirse en un cómico, y hace apuntes para chistes en un cuaderno que también es su diario, e incluso una noche se presenta en un club de humoristas con noches de aficionados, presentación que tiene consecuencias catastróficas. La presión económica es demasiada, su historial familiar es muy pesado y la sociedad que lo rodea es espantosa. Arthur Fleck, enfermo mental, solitario y pobre, no puede sino quebrarse o explotar.

La película es extraordinaria. Joaquin Phoenix encarna a la perfección a Arthur Fleck (adelgazó 23 kilos para esta interpretación y creó dos tipos de carcajadas diferentes, la que Arthur manifiesta en sus ataques de risa fuera de lugar, y una aguda y falsa que utiliza cuando intenta mezclarse, integrarse con quienes le rodean, entre el público viendo a un cómico o en su lugar de trabajo con los compañeros). Sin embargo, para mí lo más extraordinario es la dirección y la fotografía. La cinta transcurre en 1981, así que filmaron la película como si hubiese sido hecha en ese momento, en realidad un poco más atrás: la película es una cinta de los años 70. No sólo en su fotografía sino en sus encuadres y ángulos de cámara y, esto es fundamental, en su tratamiento de la historia y de los personajes, en la estructura y en el ritmo. Es una cinta bastante más lenta que las actuales, pero también nos muestra personajes más complejos. Al ver este filme uno se acuerda de inmediato de películas como Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) y Tarde de perros (Dog Day Afternoon, Sidney Lumet, 1975; incluso Joaquin Phoenix nos recuerda al personaje de Sal, de esta cinta, interpretado por John Cazale, actor prematuramente fallecido en 1978, por su delgadez y el pelo medio largo, siempre despeinado).




Es extraordinaria, también, porque, aunque es evidente que la película es parte del mundo del cómic por las referencias al universo de Batman (la ciudad es Gotham, el padre de Bruce Wayne —Bruce aquí aparece como un niño— es Thomas Wayne (Brett Cullen), quien aquí lanza su candidatura para alcalde, Alfred se convierte en Joker), no se parece en nada a las adaptaciones (excesivas en nuestros días) de cómics. Uno podría olvidarse por completo de los cómics con este filme, lo que vemos en pantalla es la terrible historia de Arthur Fleck.

Y algo aún más sorprendente es que ninguna película anterior de la filmografía del coguionista y realizador de Joker, Todd Phillips, nos indicó, nunca (por lo menos a mí), que él podría escribir y dirigir una cinta como ésta. Todd Phillips es el director de comedias estudiantiles bobas como Road Trip (2000) y Old School (2003), de la adaptación cinematográfica de la antigua serie Starsky & Hutch (2004), y luego de las exitosas comedias (bobas pero eficientes) llamadas ¿Qué pasó ayer? (The Hangover, 2009; con su segunda parte en 2011 y la tercera en 2013). ¿De dónde salió el cineasta capaz de hacer un estudio sobre la alienación, mental y social, como Joker? Misterios del cine.

La escena final de esta cinta es interesantísima, y no me refiero al caos de la revuelta ciudadana convertida en convención de payasos fuera de control, sino a la escena en el psiquiátrico, la cual, entre otras cosas, nos obliga a repensar la película completa. ¿Qué escenas de las anteriores han sucedido exclusivamente en la mente delirante de Arthur?

Por supuesto, Joker no pretende justificar el crimen, ni siquiera a Arthur, lo que quiere es que comprendamos al personaje central. Comprender no es justificar. La obra no es un ejemplo a seguir para nadie, ninguna obra lo es. Las novelas y las películas lo que pretenden es mostrarnos el mundo desde una cierta perspectiva. Y por lo tanto tampoco pueden ser moralistas ni pedagógicas. Las obras no deben tener moraleja. Milan Kundera dice que las novelas deben de ser ambiguas (es decir, moralmente ambiguas) porque la realidad también lo es. El arte es un espejo no un manual de instrucciones. El arte lo que pretende es hacer reflexionar al espectador, no darle consignas. Joker, además de contarnos el origen del villano del universo de Batman, es el retrato de un enfermo mental en una sociedad indiferente. El arte, los artistas, hace una parte del trabajo. Los espectadores debemos hacer la nuestra. El espectador debe aprender a interpretar lo que ve y lo que escucha. Joker es, en todo caso, una llamada de atención.

La estupenda e intensa música es de Hildur Guðnadóttir (compositora nacida en Islandia en 1982), que ha musicalizado, entre otras obras, la miniserie Chernobyl (2019), y las películas Sicario: Day of the Soldado (Stefano Sollima, 2018) y Journey's End (Saul Dibb, 2017).

. . . . . . . . . . . . . . .

Guasón (Joker)
Dirección: Todd Phillips
Guión: Todd Phillips, Scott Silver, basados en personajes de Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson
Fotografía: Lawrence Sher
Edición: Jeff Groth            
Diseño de producción: Mark Friedberg
Dirección de arte: Laura Ballinger
Música: Hildur Guðnadóttir
Con: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Zazie Beetz, Frances Conroy, Brett Cullen, Shea Whigham, y Bill Camp, entre muchos otros.
Género: Thriller, Crimen, Drama
País: Estados Unidos, Canadá
Idioma: Inglés
Año: 2019
Duración: 122 minutos




jueves, 10 de octubre de 2019

Damascus Cover, de Daniel Zelik Berk





Damascus Cover
(Reino Unido, 2017)
de Daniel Zelik Berk

Jesús Guerra


Un espía israelí llamado Ari Ben-Sion (Jonathan Rhys Meyers) y su compañero Shaul (Aki Avni) se encuentran en Berlín trabajando en una operación para capturar a otro espía israelí que ha estado pasando información a los sirios. Este hombre logra decir, en una llamada telefónica, que el espía israelí mejor colocado dentro del gobierno sirio es conocido como el Ángel, pero no sabe su nombre. En ese mismo momento Shaul entra al cuarto de hotel del espía, pelean, el espía está a punto de matar a Shaul cuando Ari lo mata. Operación fallida. Pero el mensaje es claro: si algo va mal, un agente a quien debe salvar es a su compañero.

De regreso en Israel, el jefe de ambos, Miki (el siempre estupendo John Hurt) les dice que deben asumir que el informante dijo todo lo que sabía y que es necesario regresar a todos sus espías en Siria. Pero le dan una misión especial a Ari. Debe ir a Damasco y contactar a un científico israelí que trabaja para el gobierno sirio y sacarlo del país junto a su familia, sin embargo la manera de contactarlo es a través de la sirvienta judía de un empresario alemán, exnazi, Franz Ludin (Jürgen Prochnow), para lo cual Ari deberá viajar bajo la identidad de un empresario alemán de nombre Hans Hoffmann.

Antes de eso, empero, Ari debe pasar una evaluación con la psiquiatra de los servicios de inteligencia. Sucede que tiempo atrás murió el hijo de Ari, y esto culminó con la separación de su mujer. Es necesario saber si Ari está en condiciones de realizar su misión. Por otra parte, días antes de comenzar su misión, Ari salva a una joven periodista norteamericana de la furia de unos judíos ortodoxos a quienes fotografiaba en la calle. Ari la saca de ahí, la lleva a un café y le explica por qué fue agredida. Ella, llamada Kim Johnson (Olivia Thirlby) le da su número de teléfono. Dice que estará ahí un par de días y que se irá porque trabaja en unos reportajes sobre Oriente Medio. Ari, por supuesto no le llama.

Ari, en su personalidad de Hans Hoffman, llega a Damasco. Desde el mismo aeropuerto es seguido y fotografiado. Y a la mañana siguiente se topa con Kim Johnson en el hotel («¿me estás siguiendo?», le dice ella). Y comienza la trama de encuentros, engaños, persecuciones, amores pasajeros, mentiras, actuaciones, peleas a golpes, balaceras, escapes... es decir, la vida diaria de un espía, por lo menos según en cine.




El guion fue escrito por el propio realizador, Daniel Zelik Berk y Samantha Newton, basados en una novela de 1977 de Howard Kaplan, aunque la cinta ha sido ubicada en noviembre de 1989, poco después de la caída del muro de Berlín («Si el muro de Berlín ha caído, todo es posible», dice Kim en algún momento). No termino de entender la carrera cinematográfica del coguionista y realizador, pues aunque ha estado en el mundo del cine por lo menos desde los años ochenta, ha producido sólo cinco películas (de 1986 a 1998), ha escrito sólo este guion, y ha dirigido sólo dos cintas, ésta y una película para televisión, en 1998, llamada Frozen. Sin embargo, en IMDb podemos leer que él acompañó a Christopher Reeve en un viaje a Israel en 2003, y que cuando él trabajaba para John Travolta, arregló la junta entre Travolta y Quentin Tarantino gracias a la cual Travolta participó en Pulp Fiction, y por tanto revivió su carrera. El asunto es que, aunque Daniel Zelik Berk es un hombre talentoso, no tiene gran experiencia, por lo menos como guionista ni como realizador. Aun así, a mí Damascus Cover (que en España se llama Operación en Damasco) me parece interesante. Nada más, y tampoco nada menos. Hay por ahí una gran cantidad de películas que no llegan siquiera a ser interesantes.

Tanto el guion como la dirección son un tanto acartonados, lo que afectó la actuación de Jonathan Rhys Meyers, quien francamente no me parece muy creíble como espía y hombre de acción (a Rhys Meyers le van muy bien papeles en cintas de época —el rey Enrique VIII, en la serie The Tudors, 2007-2010—, le van bien los disfraces, músico de Glam Rock —Velvet Goldmine, Todd Haynes, 1998—, amante metrosexual —Match Point, Woody Allen, 2005—, obispo sanguinario —en la serie Vikings, 2017-2018—, y tal vez fuera más creíble como espía dirigido por otro realizador). Los diálogos también son acartonados, son clichés; y creo que Olivia Thirlby no es, tampoco, la mejor elección para el papel de Kim Johnson, no porque actúe mal sino porque no tiene la personalidad requerida para este papel. Entiendo que también es una cuestión de presupuesto.

John Hurt, que era un actor estupendo, lamentablemente tuvo muy poco tiempo en pantalla, pero evidentemente es un personaje importante. Lamentablemente, también, murió después de la filmación de la cinta, así que ésta fue su última película (se acordarán de él, Max en Midnight Express —Alan Parker, 1978—, Kane en Alien —Ridley Scott, 1979—, irreconocible como John Merrick en Elephant Man —David Lynch, 1980—, Winston Smith en 1984 —Michael Radford, 1984—, Mr. Ollivander en las películas de Harry Potter... participó en 208 películas), por eso está dedicada a él.

Además de lo anterior, para ser un thriller de espionaje, la cinta muestra poca acción y, sobre todo en la primera mitad, es incluso lenta. Queda claro, pues, que no es la gran película, y, sin embargo, como ya lo apunté, me pareció interesante. No todas las cintas de espías muestran el cansancio de los espías por vivir esa vida que es, básicamente, mentir y estar atento a las mentiras de los demás. Supongo que muchos nos habremos preguntado al ver obras de este género, ¿qué tipo de personas eligen un trabajo así? Y aunque sea algo superficialmente, esta película toca este tema. Por supuesto, intenta ser más realista que las obras de James Bond o Jason Bourne, aunque estas últimas sean más entretenidas, más ágiles, más complicadas en su trama.

La cinta fue filmada en Casablanca y otras locaciones de Marruecos, Alemania e Israel.

Se puede ver en Netflix.
. . . . . . . . . . . . . . .

Damascus Cover
Dirección: Daniel Zelik Berk
Guión: Daniel Zelik Berk y Samantha Newton, basados en una novela de Howard Kaplan
Fotografía: Chloë Thomson
Edición: Martin Brinkler              
Dirección de producción: Matthew Button
Dirección de arte: Rabia Nguadi
Música: Harry Escott
Con: Jonathan Rhys Meyers, Olivia Thirlby, Jürgen Prochnow, John Hurt, Navid Negahban, Igal Naor, y Aki Avni, entre muchos otros.
Género: Thriller, Espionaje, Misterio
País: Reino Unido
Idioma: Inglés, alemán, árabe
Año: 2017
Duración: 93 minutos




lunes, 23 de septiembre de 2019

The I-Land (Serie de TV)






The I-Land
Serie de TV
(Estados Unidos, 2019)
Creador: Anthony Salter

Jesús Guerra

Diez personas (cinco mujeres y cinco hombres, treintones) despiertan en una playa. No se acuerdan de su vida, ni cómo se llaman, y no tienen idea de cómo llegaron ahí. Casi todos están vestidos igual. Más tarde descubren que en las etiquetas de las camisas cada uno tiene un nombre diferente, que puede ser el suyo o no, pero igual comienzan a usarlos para comunicarse. Algunos despertaron con algún objeto cerca de ellos: un caracol, un cuchillo... No están heridos. No hay restos de equipaje en el agua. No pudieron llegar ahí debido a algún accidente. Luego, uno del grupo descubre algo misterioso: cada uno de los cuerpos estaba ubicado a 39 pasos de distancia del siguiente…




La idea, hasta aquí, es intrigante pero reconocible. Parece una mezcla de la serie Lost (2004) y de la película Cube (Vincenzo Natali, 1997). Otro problema inicial: todos los personajes se comportan como adolescentes, y no hay ninguno, o casi, que no sea repelente o estúpido, o que tenga reacciones normales. Para colmo, los diálogos son bastante malos, y las actuaciones y, por tanto, la dirección, muy mediocres. Comenzar la serie así (que además era, en efecto, la mejor manera de hacerlo) fue un reto que tuvieron que aceptar los productores, y lo pagaron caro: una buena parte de la gente que comenzó a ver The I-Land no pasó del primero o del segundo capítulo y la han atacado durísimo diciendo que es una versión de tercera de Lost.




La paciencia tiene sus recompensas: a partir del tercer capítulo comenzamos a obtener respuestas. Por lo menos el argumento tiene sentido (aunque también tiene fallas) y si vemos los siete episodios descubrimos que la idea es realmente interesante (tampoco es maravillosa), y que había un motivo hasta para lo repelente de los personajes. Claro, porque a partir del capítulo tres, la serie que empezó como de misterio se transforma en ciencia-ficción.




Si se entiende pronto que la idea es buena, siete capítulos de 40 minutos no es demasiado, se pueden ver en una tarde (o en una noche de insomnio feroz), a menos que de verdad no la soporten, porque lamentablemente lo demás no se arregla: ni la escritura de los guiones, ni los diálogos, ni las actuaciones, ni la dirección.




Al parecer Netflix la encargó como una miniserie, de ahí que ya para el capítulo tres comiencen a despejarse las incógnitas. La historia termina, pero el final deja la puerta abierta. Y si pudo tener una continuación, la reacción general (vean las calificaciones de críticos y de usuarios de IMDb) de seguro la canceló.

. . . . . . . . . . . . . . .

The I-Land
Creador: Anthony Salter
Producción: Netflix, Nomadic Pictures
Dirección: Jonathan Scarfe (4 episodios), Darnell Martin (2), Neil LaBute (1)
Guiones: Anthony Salter (7 episodios), Neil LaBute (4), Lucy Teitler (3)
Fotografía: Walt Lloyd (7 episodios)
Edición: Bridget Durnford (3 episodios), Joel Plotch (2)
Diseño de producción: Chad Krowchuk (7 episodios)
Dirección de arte: Jordan Bent (7 episodios), Adria Mejia (7)
Música: Emily Rice
Con:   Natalie Martinez (Chase), Kate Bosworth (K.C.), Ronald Peet (Cooper), Sibylla Deen (Blair), Gilles Geary (Mason), Kyle Schmid (Moses), Anthony Lee Medina (Donovan), Kota Eberhardt (Taylor), KeiLyn Durrel Jones (Clyde), Maria Conchita Alonso (madre de Chase), Clara Wong (Bonnie), Michelle Veintimilla (Hayden), Alex Pettyfer (Brody) y Bruce McGill (director de la prisión), entre muchos otros.
Género: Aventura, drama, misterio, ciencia-ficción
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2019
Duración: 40 minutos cada episodio
Episodios: 7 (una temporada)
Está en Netflix



domingo, 8 de septiembre de 2019

Mindhunter (serie de TV)






Mindhunter
Serie de TV
(Estados Unidos, 2017 y 2019)
Creador: Joe Penhall

Jesús Guerra

Años 70. El joven agente del FBI Holden Ford (Jonathan Groff), luego de intervenir en un caso que no terminó como él esperaba a pesar de haber hecho todo lo que se suponía que tenía que hacer según los procedimientos de la institución, queda sumamente insatisfecho. Sospecha que es demasiado lo que los especialistas (es decir, ellos, los agentes del FBI) no saben acerca de las conductas criminales. Para colmo, él mismo es instructor en la academia para jóvenes agentes o aspirantes a agentes, y se da cuenta que él se hace más preguntas de las que les hacen sus alumnos. Así que le pide permiso a su jefe para ir a la universidad a tomar algunos cursos de psicología para ponerse al día. Su jefe le da el permiso, pero es claro que no entiende qué es lo que busca Ford. Su consejo es que se conforme con hacer las cosas como siempre se han hecho en el FBI.




Un poco más adelante, su jefe pone a Ford en contacto con Bill Tench (Holt McCallany) quien trabaja para el departamento de Ciencias de la Conducta del FBI, y Bill invita a Holden a que lo ayude en su trabajo: va a los departamentos de policía de ciudades pequeñas a enseñarles técnicas algo más modernas de las que utilizan para sus investigaciones. Quizá esto formara parte del plan del jefe de Holden, entretenerlo, distraerlo, pues la verdad al jefe no termina de caerle bien el joven agente. Pero Bill y Holden se caen y se llevan bien, debido a que ambos comparten algunas de las dudas de Holden.




Bill le lleva algunos años a Holden, es más conservador en términos generales, está casado, tiene un hijo, entiende cómo funciona la política dentro del FBI, aunque no le interesa participar. Está ya algo cansado y desencantado de su trabajo. Así que su relación con Holden lo reanima, aunque él, quizá, se niegue a admitirlo. Holden es joven, tiene iniciativa, es obsesivo con su trabajo, y no entiende de política ni de relaciones públicas. Socialmente es torpe.




Un día, estando en una ciudad para sus cursos nocturnos a la policía, Holden se da cuenta que en la prisión más cercana se encuentra encerrado un asesino de varias mujeres: Edmund Kemper (Cameron Britton) y se le ocurre la gran idea: ir a entrevistarlo para hacerle preguntas como: por qué hizo lo que hizo; qué sentía al hacerlo; cómo buscaba a sus víctimas, cómo se sentía después, etcétera. En un principio a Bill no le interesa. Las respuestas le parecen obvias. Hizo lo que hizo porque es un tipo malvado, o porque está loco (aunque no legalmente enfermo). Pero después de la primera sesión, a la que Holden va solo, Bill decide acompañarlo. Tienen mucha suerte en esa primera entrevista, porque Kemper es un hombre medianamente educado, bastante inteligente y con ganas de hablar. Transcriben la entrevista y se dan cuenta que el resultado es interesante. Así que, a pesar de que de vez en cuando se meten en problemas con las autoridades del FBI, continúan sus entrevistas. Cuando ya tienen algunas, buscan ayuda académica. Visitan a la doctora Wendy Carr (Ana Torv), quien les dice que lo que están haciendo le interesa mucho y es importante. Se sorprende cuando se entera de que no forman parte de un departamento dedicado a esto, que ellos dos son ese departamento. La doctora les ofrece ayuda para guiar su trabajo y para sacar conclusiones. Así que Holden y Bill siguen con sus entrevistas. El paso del tiempo nos lo muestra la serie con las herramientas utilizadas para las grabaciones: empiezan con papel y lápiz, pasan a una grabadora grande de carretes, luego a grabadoras de cassettes.




De manera paralela, Bill y Holden ayudan a las policías de algunas ciudades en investigaciones de casos que a esas policías les parecen demasiado extraños e incomprensibles. Los agentes van poniendo en práctica lo que están aprendiendo con sus entrevistas; están aprendiendo, poco a poco, y al aplicar sus nuevos conocimientos tienen errores y enormes frustraciones. La serie nos muestra el nacimiento de la creación de perfiles que ayudan a buscar cierto tipo de persona según las características de los crímenes que han cometido. Y eso, que es ahora una de las actividades más famosas del FBI, comenzó con dos agentes haciendo entrevistas por su cuenta y por iniciativa propia, con muy poca ayuda y en contra de algunos de sus superiores hace alrededor de 45 años.




El tono y el ritmo de la serie lo estableció el realizador David Fincher (Seven, 1995; The Game, 1997; Fight Club, 1999; Panic Room, 2002; Zodiac, 2007; The Social Network, 2010; The Girl with the Dragon Tatoo, 2011; Gone Girl, 2014, entre otras), quien dirigió siete de los 19 episodios de las dos temporadas, y es productor ejecutivo de la serie, junto al creador de esta, Joe Penhall. Mindhunter es muy diferente a las series y a las películas policiacas que tratan de asesinos seriales por varios motivos: no muestran las escenas del crimen recién descubiertas, más que algunas fotografías; no muestran nunca, en imágenes, la perspectiva de los asesinos. Siempre tenemos sólo la perspectiva de los agentes del FBI, y la perspectiva de los asesinos la escuchamos al presenciar las entrevistas que Holden y Bill hacen a los criminales en prisión. Y estas entrevistas, que son muy tensas e interesantísimas son sólo la conversación entre los agentes y los criminales: no hay escenas que nos muestren lo que dicen. Los espectadores tenemos que imaginar e interpretar lo que los criminales expresan, exactamente como lo tienen que hacer los agentes. Y en las escenas en que los agentes ayudan a las policías locales a buscar a algún asesino, siempre vemos sólo la perspectiva de los agentes.




Sólo hay un caso en el que se nos muestra la perspectiva de un criminal, no mientras realiza sus crímenes sino mientras los prepara, y esas escenas, muy cortas, pasan antes de los créditos iniciales de cada capítulo, así que tenemos que ver las dos temporadas para ir armando el rompecabezas que esas escenas proponen. ¿Por qué? Porque ese asesino en particular, aunque estaba activo durante los 70 y los años siguientes, no lo atraparon sino hasta el año 2004, es decir, en el futuro de lo que esta serie extraordinaria nos cuenta.




Todos los capítulos están dirigidos de manera estupenda, controlada y minuciosa. Los actores interpretan muy bien sus papeles; entre los principales creo que Anna Torv está bastante desperdiciada. Jonathan Groff encarna con mucha credibilidad a un personaje que es, al mismo tiempo, algo inocentón y sumamente obsesivo, al grado de que algunas veces no se da cuenta de las consecuencias que tienen sus actos o sus palabras, y alguien que con cierta frecuencia se cierra a otras posibilidades, lo que pone en riesgo una investigación. Holt McCallany está espléndido en un personaje que tiene que equilibrar sus problemas en el trabajo y en su casa. Todos los actores que interpretan asesinos entrevistados realizaron un excelente trabajo, aunque sobresalen Cameron Britton, como Ed Kemper, Damon Herriman, como Charles Manson (también interpretó a Manson, en una sola escena, en Había una vez en Hollywood [Quentin Tarantino, 2019]), y Oliver Cooper, como David Berkowitz (el Hijo de Sam). En algunos casos (Berkowitz y Manson, por ejemplo) el maquillaje es sorprendente.




Mindhunter está basada en hechos reales, narrados en el libro Mind Hunter: Inside the FBI's Elite Serial Crime Unit de John Douglas y Mark Olshaker; el personaje de Holden Ford está basado en el exagente del FBI John Douglas, y el de Bill Tench en el agente Robert K. Ressler, fallecido en 2013. El personaje de Wendy Carr está basado en Ann Burguess, quien en efecto trabajó con los agentes Douglas y Ressler para establecer los patrones para la creación de perfiles criminales de asesinos en serie. (Ha publicado tres libros, dos de ellos con sus compañeros Douglas y Ressler: Sexual Homicide: Patterns and Motives [1995] y Crime Classification Manual: A Standard System for Investigating and Classifying Violent Crime (2013). En 2017 publicó Victimology.) Y aunque tiene cambios, entre otras cosas por motivos dramáticos, las entrevistas realizadas a los criminales están basadas en las entrevistas reales, en algunos momentos las respuestas de los asesinos se utilizaron de manera literal.




. . . . . . . . . . . . . . .

Mindhunter
Creador: JoePenhall
Producción: Netflix, Denver and Delilah Productions, Panic Pictures
Dirección: David Fincher (7 episodios 2017-2019), Andrew Douglas (2, 2017), Asif Kapadia (2, 2017), Tobias Lindholm (2, 2017), Carl Franklin (4, 2019), Andrew Dominik (2, 2019)
Guiones: John Douglas (19 episodios, 2017-2019), Mark Olshaker (19, 2017-2019), Joe Penhall (19, 2017-2019), Joshua Donen (8, 2019), Courtenay Miles (8, 2019), Jennifer Haley (5, 2017), Liz Hannah (2, 2019), Doug Jung (2, 2019), y otros.
Fotografía: Erik Messerschmidt (16 episodios, 2017-2019), Christopher Probst (2, 2017)
Edición: Tyler Nelson (8 episodios, 2017-2019), Kirk Baxter (7, 2017-2019), Grant Surmi (3, 2019), Byron Smith (2, 2017) y Eric Zumbrunnen (1, 2017)
Diseño de producción: Steve Arnold (19 episodios)
Dirección de arte: Andres Cubillan (10 episodios, 2017), Gary Kosko (10, 2017), Caty Maxey (8, 2019) y otros.
Música: Jason Hill
Con: Jonathan Groff (Holden Ford), Holt McCallany (Bill Tench), Anna Torv (Dr. Wendy Carr), Sonny Valicenti (empleado de ADT), Stacey Roca (Nancy Tench), Hannah Gross (Debbie Mitford), Zachary Scott Ross (Brian Tench), Michael Cerveris (Director Gunn), y Cameron Britton (Ed Kemper), entre muchos otros.
Género: Drama, policiaco
País: Estados Unidos
Idioma: Inglés
Año: 2017 y 2019
Duración: 60 minutos cada episodio
Episodios: 19 (dos temporadas)
Está en Netflix