La maldición de Lono
de Hunter S. Thompson
Jesús Guerra
Su nombre completo era Hunter Stockton Thompson. Nació en
Louisville, Kentucky, el 18 de julio de 1937. Estuvo en el ejército, en donde
trabajó en el departamento de información de la base Eglin, en Florida. Se le
dio de baja honorable, básicamente por ser un rebelde, y entonces comenzó a
trabajar como periodista deportivo. Tuvo muchos trabajos en periódicos y tuvo
también muchos problemas en esos lugares. Para 1960 se fue a vivir a San Juan,
Puerto Rico, para trabajar en una publicación deportiva, que no duró, pero eso
le permitió viajar por el Caribe y Suramérica, en donde trabajaría luego como
corresponsal para varias publicaciones de su país.
En 1963 se casó con su novia, Sandra Conklin, el matrimonio duró
hasta 1980. En 1964 tuvieron a su hijo, Juan Fitzgerald Thompson. Luego se pasó
un año acompañando a la famosa banda de motociclistas Hell's Angels, y
publicando notas sobre este grupo, hasta que la banda se dio cuenta de que
ganaba dinero escribiendo sobre ellos y, al parecer, le dieron una golpiza de
antología (por lo menos eso dice la leyenda). Al año siguiente, la editorial
Random House publicó su libro sobre el tema, Hell's Angels: The Strange and
Terrible Saga of the Outlaw Motorcycle Gangs (1967), que en la edición en
español se llama sólo Los ángeles del infierno.
La mayor parte de sus mejores artículos los publicó en la revista Rolling
Stone, aunque, cosa rara para esa publicación, nunca escribió de música,
aunque la música sí formó parte de muchos de sus textos. En 1970 hizo una de
las cosas más extrañas de su vida (y vaya que hizo cosas raras): fue candidato
para Sheriff del condado Pitkin, en el estado de Colorado, y perdió (por
fortuna, creo yo). En ese mismo año, escribió un artículo ahora famoso llamado
«El Derby de Kentucky es decadente y depravado». Lo publicó una pequeña revista
y en su momento ni siquiera fue muy leído, pero ese artículo fue el primero al
que se clasificó de «periodismo gonzo», nombre que a Thompson le gustó. Ahora
ni siquiera se sabe muy bien de dónde viene esa palabra, pues hay varias
teorías, y también hay varias versiones sobre el motivo para denominar así al
tipo de periodismo que Thompson escribía.
Por una parte, el adjetivo gonzo, que ahora está siempre
asociado a este autor y al movimiento que siguió, por parte de otros
periodistas, quiere decir «extraño, confuso, loco, salvaje», aunque no se sabe
muy bien si el origen de la palabra es el italiano hablado en los Estados
Unidos, o si se trata de slang irlandés-norteamericano, o si proviene
del francés canadiense... Para enturbiar el asunto, es también el nombre de una
canción, y a Thompson le gustaba decir que su estilo se llamaba así por la
canción. Lo que sí está claro es lo que implica el estilo gonzo: este
periodismo rompe la barrera entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y
lo ficticio. Thompson escribía sus textos en primera persona y se retrataba a
sí mismo en el artículo, es decir que el periodista forma parte de lo
reportado. Como si el reportaje incluyera en sí mismo su propio making of,
es decir, el texto periodístico incluye el reporte sobre cómo se investigó y se
escribió el texto periodístico.
Esta mezcla entre lo real y lo ficticio encierra también, por
supuesto, al propio Hunter S. Thompson, pues él inventó un personaje que lleva
su nombre, que es más loco, más borracho, más adicto a todo y más extravagante
que el Hunter S. Thompson real. Y no sólo eso, Thompson a veces metía en sus
textos a algunos personajes recurrentes, «amigos suyos», como Raoul Duke, Gene
Skinner y otros más, que eran otras manifestaciones de sí mismo. Thompson llegó
a decir que cuando lo invitaban a hablar, por ejemplo a una universidad, se
sentía confundido. ¿Quién debía de ser en la charla? ¿El verdadero Thompson o
el personaje Thompson?, ya que los lectores de su obra no estaban muy conscientes
de esta diferencia. Así que al leerlo hay que tener en cuenta esa mezcla de
ficción y no-ficción.
Debido a que su obra es periodística, por lo menos en su base, es
muy norteamericana, es decir que no siempre se puede traducir bien, a menos que
se llene el texto de notas explicativas. Esto, en parte, explica que su obra
completa no esté traducida a otras lenguas, aunque por supuesto existen algunas
traducciones. En español, por ejemplo, contamos con su libro más famoso: Miedo
y asco en Las Vegas, que lleva por subtítulo Un viaje salvaje al corazón
del sueño americano. Este libro, publicado en nuestro idioma por la
editorial Anagrama en 1987, en inglés se publicó en 1971. Tanto el libro como
el autor se volvieron más famosos todavía a partir de que se estrenó su
adaptación cinematográfica, en 1998, dirigida por el genial Terry Gilliam, con
Johnny Depp en el papel central.
El diario del ron fue su primera novela (ésta sí es pura ficción, o por lo menos
eso se supone, aunque también está basada en sus experiencias); la escribió a
principios de los años 60 pero no se publicó en inglés sino casi 40 años
después, en 1998. Y de esta obra también hay una versión en cine, del año 2011,
dirigida por Bruce Robinson, y tiene también a Johnny Depp en el papel
protagónico.
En el año 2005, Hunter S. Thompson, de 67 años, cansado de varias
enfermedades que lo agobiaban, se suicidó en su rancho de Colorado. Había
dejado la solicitud de lo que quería que se hiciera en su funeral, y quien pagó
para llevar a cabo su último deseo fue su amigo Johnny Depp. Lo que se hizo, el
20 de agosto de 2005, fue disparar sus cenizas desde un cañón colocado en una
torre de su rancho. La torre tiene la forma de un puño con dos dedos pulgares,
que se considera el logotipo del periodismo gonzo. Todo esto en medio de fuegos
artificiales y acompañado de las canciones Spirit in the sky, de Norman
Greenbaum, y Mr. Tambourine Man, de Bob Dylan. Nada mal para alguien que
se la pasó escribiendo en Rolling Stone y nunca escribió de música.
Edición francesa |
De los aproximadamente 20 libros que publicó Thompson, el quinto, The
curse of Lono, publicado en Estados Unidos en 1983, y reeditado en 2003, ha
sido recientemente publicado en español por la editorial Sexto Piso y la
Universidad Autónoma de Nuevo León, bajo el título La maldición de Lono,
con una muy buena traducción de Jesús Gómez Gutiérrez. Así, 33 años después de
su publicación original, tenemos, por fin, la oportunidad de leer en nuestra
lengua esta obra del creador del periodismo gonzo.
En el año 1980, Hunter S. Thomson recibió una carta del director
de una revista bastante desconocida llamada Running, especializada
obviamente en el ejercicio de correr, en las carreras, en los maratones,
etcétera. La carta era para invitarlo a cubrir el maratón de Honolulú, en
Hawái, y le prometía un buen sueldo y todos los gastos pagados. Incluso le
decía que viera ese trabajo como una oportunidad de tener unas vacaciones. Para
este momento, Thompson ya se consideraba retirado del periodismo, aunque apenas
tenía 43 años de edad, y ya había rechazado propuestas similares de mejores
publicaciones y con mejores salarios, pero por algún motivo le llamó la atención
la idea. Thompson, a su vez, invitó a su amigo de siempre, el ilustrador inglés
Ralph Steadman, un año mayor que Thompson, quien ilustró casi siempre los
reportajes de Thompson, y Ralph aceptó, y además se llevó a su esposa y a su
hija pequeña, pues iban de vacaciones a Hawái. Lo que prometía ser un trabajo
sencillo y unas vacaciones paradisiacas se convirtieron pronto en una suerte de
pesadilla, todo por la locura de Thompson y su capacidad para asociarse con
gente extraña y meterse en problemas insólitos.
Thompson intercala, a lo largo de La maldición de Lono, citas extensas del libro El último viaje
del capitán James Cook, de Richard Hough, además de citas de otros viajeros
ilustres que estuvieron en Hawái, como Mark Twain. Precisamente en una cita de
este último se nos cuenta la historia resumida del dios hawaiano Lono. Éste fue
un rey que hizo cosas indeseables y se arrepintió. Así, se fue a recorrer las
islas boxeando y luchando hasta que se aburrió. Instauró unos juegos deportivos
en su propia conmemoración y decidió partir en una balsa, prometiendo regresar.
Los nativos lo convirtieron en dios en su ausencia, y esperaron su retorno.
En el siglo XVIII, el explorador británico James Cook llegó a
costas de Hawái, y se encontró con que los nativos lo tomaron por la
reencarnación de Lono, que para entonces era el dios de la abundancia y los
excesos. Cook, con sus marineros, sin saberlo, hizo algunas cosas que los
nativos esperaban que Lono hiciera, así que no tuvieron dudas. Estas citas
sobre las experiencias de Cook en Hawái, que no terminaron nada bien, sirven
para espejear las experiencias de Thomspon, dos siglos después. Desde que Thomson
se subió al avión que lo llevó a las islas del Pacífico comenzaron a suceder
cosas extrañas que tendrían consecuencias futuras. En el vuelo conoció a un
tipo llamado Ackerman, un hombre conectado con cuestiones de estupefacientes en
Hawái. Cuando llegaron, Thompson cubrió el maratón, aunque nunca se lo tomó muy
en serio, pues él y sus amigos se la pasaron bebiendo en una casa que estaba
cerca de la meta e insultando a los corredores. Pasado el maratón, se fueron
Thompson y su prometida, y Ralph Steadman y su familia, a otra isla, en donde
habían rentado una propiedad con dos cabañas y piscina, junto a la costa, pues
pensaban pasarse dos meses buceando, nadando, pescando y pasándosela de lo
lindo. Pero todo era un fraude. Las cabañas eran dos casitas horrendas, pero en
efecto estaban en la costa, al grado de que las olas, que eran enormes,
llegaban hasta la puerta de las cabañas, porque el clima, contrariamente a lo
que les habían dicho, era espantoso.
Edición alemana |
Y con esto comenzó la desintegración de sus vacaciones soñadas.
Ralph sufrió un accidente en el mar y terminó por regresar a Inglaterra con su
familia, enfurecido con Thompson, y éste se quedó, por motivos misteriosos
incluso para él mismo, mucho tiempo más, pescando (la escena del pez espada es
una maravilla), bebiendo como enajenado, quejándose de Hawái pero sin decidirse
a regresar, metiéndose en problemas con todo mundo, escribiendo el libro en
condiciones surrealistas, convencido de ser la nueva reencarnación de Lono, el
dios de los excesos.
El libro es extraño, como todo lo que escribió este autor, pero
muy divertido. ¿El maratón de Honolulú? ¿A quién le importa el maratón de
Honolulú? Lo interesante es lo que les pasó, o lo que Thomson escribe que les
pasó, a él y a Steadman, mientras fueron a cubrir ese evento; obviamente La
maldición de Lono es una lectura obligada para los seguidores de Thompson,
pero además funciona bien como un volumen introductorio para quienes nunca lo
han leído.
. . . . . . . . . . . . . . .
La maldición de Lono. Hunter S. Thompson. Traducción de
Jesús Gómez Gutiérrez. Editorial Sexto Piso en coedición con la Universidad
Autónoma de Nuevo León. México, 2016. 208 págs.
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