domingo, 9 de octubre de 2016

Pasión por las letras, de Michael Grandage




Pasión por las letras
(Genius, EEUU, Inglaterra, 2016)
de Michael Grandage

Jesús Guerra

¡Por fin, una película para adultos!, es decir «para audiencias maduras». Son poquísimas las películas para adultos que se hacen en nuestro tiempo, por lo menos en Hollywood; Europa sigue produciendo, por fortuna, un cine que no depende del cómic. Esa sola característica de Pasión por las letras, ya de entrada, es motivo de regocijo.

Uno pensaría, sin embargo, que esta cinta, basada en el libro Max Perkins: Editor of Genius, del estadounidense A. Scott Berg, acerca de un mítico editor literario estadounidense de la primera mitad del siglo XX, el cual editó a algunos de los también míticos escritores estadounidenses de su tiempo (F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y Thomas Wolfe, entre otros) sería una película orgullosamente americana, pero aunque la cinta está producida en parte por Estados Unidos, y tiene actores estadounidenses (como Laura Linney, quien interpreta a la esposa del editor), es mucho más una cinta inglesa, a pesar de sus personajes y de su ubicación geográfica. El director, Michael Grandage, es inglés (viene del teatro; de hecho, ésta es su primera película, y vaya manera de hacer una primera película), y todos los actores principales son ingleses (Colin Firth encarna al editor Max Perkins; Jude Law interpreta a Thomas Wolfe; Guy Pearce es F. Scott Fitzgerald; Dominic West es Hemingway), con excepción de Nicole Kidman, quien, aunque nació en Hawai, es hija de padres australianos. La película, para colmo, se filmó en Londres, tanto los interiores como los exteriores.




El hecho que este film sea inglés es, también, motivo de regocijo para los espectadores, pues los ingleses son muy buenos para filmar películas sobre escritores. Pero esta obra tiene una particularidad: el personaje central es el editor. Hay muchas películas con personajes editores, pero en Genius se ve al editor haciendo su trabajo. Y eso es raro pues incluso en el mundo editorial el editor tiende a desaparecer. De hecho, la labor del editor, si es realmente buena, se vuelve invisible. Si hay errores en un libro, tanto de estructura como de redacción, incluso erratas, entonces se nota la ausencia del trabajo del editor (y del corrector), pero si no hay errores y la prosa y la historia fluyen, los lectores elogian el estilo del autor. Nadie se acuerda del editor. Eso es así y los editores lo asumen.




No sé si el libro (aparecido en 1978 y ganador del National Book Award) esté centrado sólo en la relación de trabajo y de amistad entre Max Perkins y Thomas Wolfe, como la película, o si la adaptación tomó sólo un fragmento del libro, pero el guión es muy bueno, y la película estupenda.

Un día, un compañero de trabajo le pide al editor Max Perkins que le eche un ojo a un manuscrito enorme. Le dice que ha sido rechazado por todas las otras editoriales de Nueva York. Que no es bueno pero es único. Y Max promete darle una revisada por encima, con rapidez, para darle una opinión, pero no puede dejar de leer el texto. Lo lee en la oficina, en el tren rumbo a su casa, en el comedor, de regreso. Cuando lo termina cita al autor a su oficina. El escritor, de una personalidad expansiva e incapaz de dejar de hablar (y también, lo veremos después, de escribir), llega convencido de que le rechazarán su obra. Cuando Perkins le dice que sí publicarán su libro pero que requiere mucho trabajo de edición, Wolfe no lo puede creer, y termina por prometer trabajar duro y hacer todos los cortes que Perkins le pida.




El trabajo de edición es arduo y de muchos meses. Cuando el libro se publica es muy bien recibido por la crítica y se vende bien. Thomas Wolfe se convierte en una estrella literaria. Y luego llega a la oficina de Perkins el segundo libro del autor, gigantesco, monstruoso, desordenado, en cajas. La relación de trabajo pronto se convierte también en amistad. Una amistad que implica otros elementos, como la obvia búsqueda de un padre por parte del escritor, y quizá la búsqueda de un hijo por parte del editor. Y en la que la influencia intelectual de Perkins es tan grande que hace sonar las alarmas de la mujer del escritor. La película nos muestra también, por encima, pero con claridad, las relaciones entre el editor y otros de sus autores, así como la relación entre el editor y su esposa y sus hijas, y también la extraña relación entre Wolfe y su pareja, Aline Bernstein, quien era veinte años mayor que él (en la película la diferencia de edad se nota, pero Nicole Kidman es sólo cinco años mayor que Jude Law) y lo mantenía.




El título del film en inglés, Genius, es (voluntariamente) ambiguo. ¿Se refiere al autor, al editor o a los dos? El título del libro es igualmente ambiguo, porque a pesar de que su traducción al español no deja duda: «editor de genio», en inglés el sentido sería equivalente a dos frases: «editor de genio» y «editor de genios», aunque esté en singular. Pero me parece que la película misma, a medida que transcurre, toma partido por el editor. El título en México, Pasión por las letras, es genérico y descriptivo, como la mayor parte de los títulos de cintas extranjeras, pero pasa. En Brasil y Portugal se fueron por la segunda opción de la traducción del título del libro y se llama «El editor de genios», y en España le fue peor porque se llama El editor de libros.




El guionista, John Logan, tiene una filmografía verdaderamente impresionante: RKO 281 (1999), Any Given Sunday (1999), Gladiator (2000), The Time Machine (2002), Star Trek: Nemesis (2002), Sinbad: Leyend of the Seven Seas (2003), The Last Samurai (2003), The Aviator (2004), Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (2007), Rango (2011), Coriolanus (2011), Hugo (2011), Skyfall (2012), Spectre (2015), y para TV, es el creador y ha escrito varios de los capítulos de la estupenda serie Penny Dreadful. Si esta relación de títulos de filmes escritos por Logan no los hace querer ir a ver esta película de inmediato, no sé qué podría lograrlo.




La película me gusta mucho: está muy bien escrita y dirigida, y estupendamente actuada. Sus intérpretes son algunos de mis actores favoritos y el tema me apasiona. Es inteligente y cálida. Su fotografía, en tonos sepia, es evocativa y nostálgica, y el vestuario y la escenografía, minuciosos y detallistas, capturan las texturas, los colores y los diseños de la época a la perfección, así que, al verla, vemos la Nueva York de los años 30 como fue, o quizá como la nostalgia nos hace pensarla ahora. Pasión por las letras, como si hojeáramos un libro, nos permite, finalmente, entrever más de lo que nos muestra.

. . . . . . . . . . . . . . .

Pasión por las letras (Genius)
Dirección: Michael Grandage
Guión: John Logan
Fotografía: Ben Davis
Edición: Chris Dickens
Diseño de producción: Mark Digby
Vestuario: Jane Petrie
Música: Adam Cork
Con: Colin Firth, Jude Law, Guy Pearce, Dominic West, Nicole Kidman y Laura Linney, entre otros.
País: EEUU
Año: 2016
Duración: 104 minutos






No hay comentarios.:

Publicar un comentario