viernes, 16 de octubre de 2015

Los huéspedes, de M. Night Shyamalan






Los huéspedes
(The Visit, EEUU, 2015)
de M. Night Shyamalan

Jesús Guerra

Vale la pena ver la más reciente película del realizador M. Night Shyamalan, Los huéspedes, sobre todo si uno es seguidor de su obra y piensa que sus películas, incluso cuando son malas, tienen algo interesante. Más aún, porque esta película parece mostrar un cambio en su —hasta ahora— descendente carrera.

La madre (Kathryn Hahn) de Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) los manda a pasar una semana con sus padres (es decir, los abuelos maternos de los niños), porque ella va a pasarse unos días en un crucero con su novio. Esto sería del todo normal si no fuera por el hecho de que los niños no conocen a sus abuelos, ni siquiera han visto fotos de ellos, pues su madre luego de un pleito con sus padres se fue de la casa, y tiene 15 años sin hablar con ellos. Pero ahora los abuelos quieren conocer a sus nietos...




Los niños (él de unos 11, y ella de unos 14) son bastante desenvueltos e inteligentes, hay que decirlo (a mí me parecieron simpáticos, pero a algunos espectadores les parecerán insoportables, sin duda). Además, Becca (supongo que un alter ego del propio M. Night Shyamalan), que sabe bastante de cine, decide hacer un documental de su semana con sus abuelos, y por si esto fuera poco, tiene una agenda secreta: quiere que sus abuelos perdonen a su hija (es decir, a la madre de Becca). Así que la película que vemos es, de hecho, el material grabado por Becca y Tyler para su documental, y si bien este recurso ya está muy sobado, MNS lo utiliza bastante bien.




Los niños llegan a la casa de sus abuelos, el lugar en donde su madre se crió, y han estado grabando desde antes del viaje. Las grabaciones nos muestran el presente, y las entrevistas de Becca (con su madre, al inicio, y con sus abuelos durante su estancia en la casa de éstos) sirven para indagar en el pasado. Los abuelos —Nana (Deanna Dunagan) y Pop Pop (Peter McRobbie)— son gente de campo, y son viejos y raros. Por supuesto, la justificación inicial es que son raros porque son viejos, pero la verdad es que son bastante más raros que eso... son siniestramente raros.

A los niños el abuelo les pide que se encierren en su recámara a las 9:30 de la noche y no salgan hasta la mañana siguiente. ¡A las 9:30 de la noche! Los jóvenes no lo pueden creer. Se encierran con sus smarthpones y la computadora de Becca, aburridísimos. Pero comienzan a suceder cosas extrañas. Escuchan ruidos en el corredor. ¿Deben salir o no? Abren la puerta y ven a su abuela, desnuda, arañando una pared... Sí, siniestramente extraños. Y los sucesos extraños empeoran.




La cinta pasa de la comedia al misterio y al terror de manera desconcertante. La obra tiene unas escenas muy efectivas, que incluso cuando pasan del terror a la comedia, nos dejan —a los espectadores y a los nietos visitantes—, con un extraño sabor de boca (como la escena del juego de Las Escondidas…). Y si de algo estoy seguro con respecto a esta cinta, es que estos abuelos dejarán un recuerdo imborrable en el espectador atento.

El sitio IMDb reporta que M. Night S. editó tres versiones de la cinta: una como comedia, una como terror y la tercera, que es la que se estrenó, a medio camino. La verdad es que la obra es extrañamente buena y mala, al mismo tiempo, tan extraña como el también desconcertante descenso de la carrera de su director.




La primera película de M. Night Shyamalan, Praying with Anger (1992), exhibida en festivales, pero no de manera comercial, la filmó cuando tenía 20 años de edad, y mostraba un enorme talento. En el sitio de cine IMDb tiene una calificación (otorgada por los usuarios) de 5.4 / 10. La segunda, Wide Awake (1998), una comedia, obtuvo 6.2 en el mismo sitio. Su tercera cinta, la que lo catapultó a la fama internacional, The Sixth Sense (El sexto sentido, 1999), con Bruce Willis, obtuvo su calificación más alta: 8.2 en IMDb y 64 / 100 en el sitio Metascore (que reúne ligas a reseñas de críticos profesionales).




Unbreakable (El protegido, 2000), también con Bruce Willis, bajó a 7.2 (IMDb) y quedó igual que la anterior en MS: 64. Signs (Señales, 2002), con Mel Gibson y Joaquin Phoenix, bajó su calificación a 6.7 (IMDb) y 59 (MS). The Village (La aldea, 2004), con Joaquin Phoenix, bajó a 6.5 (IMDb) y 44 (MS). Lady in the Water (La dama en el agua, 2006), con Paul Giamatti y Bryce Dallas Howard, bajó aún más: 5.7 (IMDb) y 36 (MS). The Happening (El fin de los tiempos, 2008), con Mark Wahlberg, descendió de nuevo: 5.1 (IMDb) y 34 (MS). The Last Airbender (El último maestro del aire, 2010) es la cinta de MNS con la peor calificación: 4.3 (IMDb) y 20 (MS), y After Earth (Después de la Tierra, 2013), con Will Smith y su hijo, Jaden, subió ligeramente: 4.9 (IMDb) y 33 (MS). La más reciente, The Visit (Los huéspedes), ha subido de nuevo: 6.7 (IMDb) y 55 (MS), es decir que tanto para los cinéfilos de a pie como para los críticos profesionales esta cinta está más o menos al nivel de Signs.




El cineasta invirtió lo que ganó con la dirección de After Earth para coproducir The Visit, una cinta de bajo presupuesto (cinco millones de dólares), con la intención de quedarse con el control artístico de la película, control que las grandes productoras no le otorgaron en sus filmes de alto presupuesto. Esto, quizá, puede señalar un cambio en la carrera de este guionista-realizador, y tal vez, con un poco de suerte, podrá dirigir pronto una gran película, la que hemos estado esperando de él desde 1999.

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Los huéspedes (The Visit). Guión y Dirección: M. Night Shyamalan. Fotografía: Maryse Alberti. Edición: Luke Franco y Ciarrocchi. Diseño de producción: Naaman Marshall. Con: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie y Kathryn Hahn, entre otros. País: EEUU. 94 minutos.



domingo, 4 de octubre de 2015

Misión Rescate (The Martian, EEUU, 2015) de Ridley Scott




Misión Rescate
(The Martian, EEUU, 2015)
de Ridley Scott

Jesús Guerra

En una misión en Marte, mientras los astronautas exploran y recogen muestras cerca de la nave, una sorpresiva tormenta amenaza con derribar la nave —lo cual impediría que lograran despegar—, así que la capitana, Melissa Lewis (Jessica Chastain) ordena abortar la misión y regresar de inmediato. Todos están muy cerca unos de otros pero el polvo impide la visibilidad. Un objeto metálico que es parte del equipo, se desprende con el viento, vuela y golpea a uno de los astronautas, Mark Watney (Matt Damon). Los compañeros intentan buscarlo pero no ven nada y además tienen que subir a la nave de inmediato. Todo hace suponer que Mark está muerto. La nave despega.




Sin embargo, Mark despierta al día siguiente, tirado en la roja arena; todo está en calma a su alrededor; es de día. Se pone de pie y ve las instalaciones de la base pero no la nave. Se da cuenta que está herido y que está solo. Camina a la base, un campamento de lujo en el que el equipo de seis astronautas iba a pasar 30 días y sólo habían pasado menos de una semana. Mark debe enfrentar dos problemas fundamentales: encontrar la manera de comunicarse a la Tierra y sobrevivir hasta que lo puedan rescatar, si es que se puede. Su esperanza es que está planeada otra misión a Marte, que debería de llegar en ¡cuatro años!, pero el lugar de aterrizaje para esa misión futura está a más de tres mil kilómetros de distancia del lugar en el que se encuentra. Es decir, Mark es el Robinson Crusoe de la era espacial.




Es una lástima que los hispanoamericanos necesitemos de títulos descriptivos para que nos animemos a ver una película (o para leer un libro), «Misión Rescate» es un título genérico que se pudo aplicar a otras mil películas en las que, en efecto, se organiza una misión para rescatar a alguien. El nombre en inglés es mucho más impactante y por lo tanto memorable: 'El Marciano', ya que Mark, mientras se encuentra en el planeta rojo, es el único ser vivo del planeta, y esto además tiene ecos de la obra de Ray Bradbury, en la que plantea que los marcianos serán los terrícolas cuando nuestra especie colonice el planeta vecino.




The Martian es una película emocionante y divertida que mezcla acción, humor y drama, que nunca cae en el melodrama ni la cursilería, y que, sin ser una obra de acción trepidante, jamás pierde el ritmo, nunca se cae, y mantiene nuestra atención fija en la pantalla durante sus 141 minutos. Por este motivo, la cinta puede interpretarse como una suerte de regreso de Ridley Scott. No es que este cineasta inglés de 77 años de edad (el 30 de noviembre próximo cumplirá los 78) haya dejado de filmar ni de producir películas, pero su obra, aunque siempre técnicamente perfecta y visualmente muy bella, tiene marcados altibajos. Y así como ha hecho cintas extraordinarias como Los duelistas (1977), Alien (1979) y Blade Runner (1982), y cintas discutibles pero exitosas, como Thelma & Louise (1991, que en México tiene el rídículo nombre Un final inesperado), Gladiator (2000), Black Hawk Down (2001), Kingdom of Heaven (2005) y Prometheus (2012), tiene otras realmente cuestionables o francamente malas, como Legend (1985), G.I. Jane (1997) y Éxodo (2014), y las que están a medio camino: Someone to Watch Over Me (1987), Black Rain (1989), 1492: Conquista del Paraiso (1992), Hannibal (2001), Matchstick Men (2003), A Good Year (2006), American Gangster (2007) y Robin Hood (2010), por mencionar sólo algunas obras de su larga filmografía.




Ridley Scott es uno de esos directores que por haber realizado algunas grandes películas, y otras estupendas, cuando hace alguna obra a la que le ponemos algunos peros, por bellas y por técnicamente perfectas que sean, sus seguidores decimos que no están a su altura (aunque si las hubiera hecho otro cineasta diríamos que son buenísimas. Es un asunto psicológicamente complicado). The Martian, sin que sea una película que reta intelectualmente al espectador, es una cinta muy disfrutable, que funciona en todos sus aspectos, aunque quizá, si nos ponemos quisquillosos, tenga algunos puntos problemáticos, pero en realidad es una película que nos emociona y nos hace sentir bien, y por eso los espectadores salimos muy contentos del cine. Si Náufrago (Cast Away, 2000, Robert Zemeckis) se pasó de melodrama, y Gravedad (Gravity, 2013, Alfonso Cuarón) se pasó, quizás, de aspectos técnicos, The Martian se mantiene en equilibrio. Pero no sólo salimos contentos por la historia, incluso si muchos espectadores no lo perciben de manera conciente, salimos contentos porque en la cinta todo funciona bien. El argumento, el guión, la dirección, las actuaciones, la fotografía, la edición, la música, la escenografía...




El reparto también es estupendo: Jeff Daniels, Michael Peña, Sean Bean, Kate Mara, Sebastian Stan, Aksell Hennie, Chiwetel Ejiofor y muchos otros en papeles menores, además de los ya mencionados, Jessica Chastain y Matt Damon. Sin embargo, en términos de actuación la cinta claramente está dividida en tres partes, aunque entremezcladas: la Tierra, en donde intervienen casi todos los actores que aparecen en la cinta; la nave espacial, en donde interactúan los cinco astronautas que lograron despegar en la tormenta marciana, y Marte, en donde actúa solo Matt Damon. Con respecto al tiempo, más o menos la mitad de la cinta transcurre en Marte, lo que quiere decir que en Matt Damon recae el peso de la mitad de la obra en cuanto a actuación.

El argumento está adaptado de la novela homónima de Andy Weir, un programador que escribió esta novela por diversión, la publicó en su blog y posteriormente, en edición de autor, la vendió como libro electrónico en Amazon, y se hizo famosa por pura publicidad de persona a persona. El guión estuvo a cargo de Drew Goddard, quien ha escrito guiones de capítulos de series como Buffy, the Vampire Slayer, Angel, Alias, Lost y Daredevil, y de las películas Cloverfield, The Cabin in the Woods y World War Z.

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Misión Rescate (The Martian). Dirección: Ridley Scott. Guión: Drew Goddard, basado en la novela homónima de Andy Weir. Fotografía: Dariusz Wolski. Edición: Pietro Scalia. Música: Harry Gregson-Williams. Diseño de producción: Arthur Max. Vestuario: Janty Yates. Con: Matt Damon, Jessica Chastain, Jeff Daniels, Sean Bean y Chiwetel Ejiofor, entre otros. País: EEUU. 141 minutos.


sábado, 13 de junio de 2015

Mundo Jurásico, de Colin Trevorrow




Mundo Jurásico
(Jurassic World, EEUU, China, 2015)
de Colin Trevorrow

Jesús Guerra

En la famosa Isla Nublar, muy cerca de Costa Rica, en donde estuvo el primer Parque Jurásico (que nunca abrió sus puertas al público), hay ahora, 22 años después, uno que sí funciona y que ya no se llama parque sino mundo: Mundo Jurásico. Está lleno de gente, es exitoso, su nuevo dueño es el multimillonario Simon Masrani (Irrfan Khan), y la directora es Claire (Bryce Dallas Howard), una joven ejecutiva que es todo lo que se espera de los ejecutivos (controladora, fría, dura, incansable). El encargado de domar a los dinosaurios, incluidos los famosos ‘raptors’ (con quienes ya preparan un show) es un joven con todas las características de los antiguos vaqueros, aunque él más bien monta en moto, llamado Owen (Chris Pratt). Uno de sus asistentes, o algo así, es Barry (Omar Sy, muy desperdiciado, tanto el personaje como el actor), y hay una suerte de consultor militar, cuyo papel en el parque de atracciones es poco claro pero su papel en la cinta no lo es: el villano, Hoskins (Vincent D'Onofrio), quien quiere a toda costa convencer al dueño del parque de utilizar a los ‘raptors’ como armas para el ejército norteamericano. Él, feliz, se los imagina ya destrozando enemigos (D’Onofrio es un actor estupendo pero aquí también está desperdiciado).




Por otra parte tenemos a la hermana de Claire, Karen (Judy Greer), en los Estados Unidos, cuyo matrimonio está en problemas. Quizá para darle un poco de espacio, quizá porque son vacaciones, quizá porque se siente un poco culpable de que desde hace años no ve a sus sobrinos, Claire los ha invitado, sólo a los dos jóvenes, Gray (Ty Simpkins), de unos 10 años, y Zach (Nick Robinson), de unos 16, a que pasen unos días de vacaciones en el parque, supuestamente con ella. Pero es obvio que ella no tiene tiempo de nada porque sus múltiples ocupaciones la tienen saturada, así que Claire los deja al cuidado de una de sus asistentes, Zara (Katie McGrath), una chica que quiere seguir los pasos de su jefa. Los chicos, que se sienten molestos por estar al cuidado de una desconocida, deciden escapar de su vigilancia, lo cual logran con eficaz rapidez.




Lo que casi nadie sabe, pues no lo sabe ni siquiera Owen, es que hay un nuevo dinosaurio en una sección cerrada, que espera el momento de su presentación en sociedad. Se trata de un dinosaurio inventado, que nunca existió, creado con la mezcla de varios dinosaurios: la receta, por supuesto, es secreta, pero la idea que está detrás es típica de las grandes corporaciones; como los dinosaurios ya no asombran a casi nadie y las entradas al parque han bajado, requerían una nueva atracción, una que fuera más grande, más peligrosa, más aterradora, más impresionante que el T. Rex. En el nuevo Mundo Jurásico, claro está, cometen el mismo error que se cometió en el antiguo Parque Jurásico: subestimaron a su propia criatura, y por supuesto las cosas se salen de control justo el día que llegan al parque los sobrinos de Claire.




¿Es divertida la película? ¿Funcionan sus efectos especiales? ¿Se ven impresionantes sus dinosaurios? Claro. La película está bien hecha. Costó alrededor de 150 millones de dólares. Los dinosaurios siguen siendo espectaculares y ahora los podemos ver en 3D. Y como ahora hay cientos, quizá miles, de visitantes en el parque, cuando el caos se desencadena es a gran escala. A los niños y los adolescentes que sólo han visto las películas anteriores de la serie en televisión debe de encantarles, PERO (el terrible pero), a quienes vimos la película original en cines en 1993 (en efecto, ¡hace 22 años!), la película nos decepciona. Nos decepciona porque básicamente es la misma historia pero no tan bien contada. Y es que, en términos puramente argumentales, de historia básica, ¿qué más puede tener? A una historia se le pueden agregar adornos pero en esencia no se puede cambiar sin deformarla. El problema no está en esta película (bueno en parte sí, eso ahorita lo vemos) sino en el hecho de que la serie de Parque Jurásico ya está agotada. Mundo Jurásico comete el mismo error que la corporación de su narración, nos quisieron vender lo mismo pero como los dinosaurios ya no asombran a casi nadie, requerían una nueva atracción, un dinosaurio que fuera más grande, más peligroso, más aterrador, más impresionante que el T. Rex. Y si bien el resultado no es catastrófico como en la historia, y evidentemente va a ganar mucho dinero esta película, lo cierto es que no es una cinta memorable, y ni siquiera es tan emocionante como la original.




Ahora, si la quisiéramos juzgar como una suerte de re-make de la cinta de 1993, el problema estaría en sus modificaciones. Por bien que estén en sus papeles los actores centrales, no hay en esta versión ni un solo personaje que sea notable. No está alguien como el Dr. Alan Grant (el estupendo Sam Neill), ni como el matemático Ian Malcolm (el también estupendo y excéntrico Jeff Goldblum). Los personajes centrales de la nueva versión están bien desarrollados pero sin gracia. Los de la primera película estaban adaptados de una novela, de Michael Crichton, por él mismo. Y la película fue dirigida por Steven Spielberg, que por cursi que sea es buenísimo en el manejo del suspenso. En ésta no hay suspenso alguno. Claro que la mano de Spielberg (que está acreditado como productor ejecutivo) se nota en detalles. El dinosaurio moribundo parece una versión de E.T., por poner un ejemplo. El beso entre Owen y Claire (porque se besan, claro, y no creo estar revelando un secreto) nos recuerda al de Indiana Jones y Marion.




El director, Colin Trevorrow, hace un trabajo muy decente en términos generales, pero se quedó corto. Habrá que ver qué sucede con las siguientes, porque, por supuesto, ya se habla de una o varias continuaciones.

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Mundo Jurásico (Jurassic World). Dirección: Colin Trevorrow. Guión: Rick Jaffa, Amanda Silver, Colin Trevorrow y Dereck Connolly, basado en una historia de Rick Jaffa y Amanda Silver. Música: Michael Giacchino. Fotografía: John Schwartzman. Edición: Kevin Stitt. Diseño de producción: Ed Verreaux. Con: Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Vincent D’Onofrio, Ty Simkins, Irrfan Khan, Nock Robinson, Omar Sy, y BD Wong, entre otros. Países: EEUU y China. 124 minutos.


martes, 2 de junio de 2015

Terremoto: la falla de San Andrés, de Brad Peyton






Terremoto: la falla de San Andrés
(San Andreas, EEUU, Australia, 2015)
de Brad Peyton

Jesús Guerra

Ray (Dwayne Johnson) es rescatista en Los Ángeles. Pilotea un helicóptero. Lo vemos en acción para que sepamos qué tan bueno es en lo que hace. Cuando llega a su casa en el correo encuentra los papeles que debe firmar para consumar su divorcio, pero por supuesto aún ama a su mujer, Emma (Carla Gugino), a la cual perdió por no ser capaz de abrirse y mostrarle su dolor ante la pérdida de una de sus dos hijas, la cual murió en un accidente. Su otra hija, Blake (Alexandra Daddario) le llama para pedirle que le lleve unas cosas que olvidó en casa. Ray se las lleva a la casa del novio de su ex mujer. Ahí se entera que Blake tendrá que ir a Seattle por asuntos de la universidad, pero que su próximo padrastro, Daniel (Ioan Fruffudd) la llevará en su avión privado, aunque antes llegarán a San Francisco por un asunto que tiene que arreglar.




Por otra parte, vemos a un sismólogo llamado Lawrence (un muy desperdiciado Paul Giamatti) que va con un asistente al vecino estado de Nevada para confirmar que su nuevo sistema es capaz de predecir los sismos y su magnitud (aunque en realidad con muy poco tiempo de anticipación). Ahí los microsismos se convierten en un sismo fuerte, y Lawrence se entera, entonces, que el siguiente gran sismo es inminente y golpeará a Los Ángeles.

Ray se encuentra volando el helicóptero sobre Los Ángeles cuando el sismo comienza en la ciudad. Su mujer está en una torre del centro y su hija en otra torre en San Francisco...




Al igual que las películas de terror, que nos permiten sentir la emoción del miedo sin encontrarnos realmente en una situación de peligro, natural o sobrenatural, los filmes de desastres nos permiten experimentar qué sería y cómo se verían las cosas si nos encontráramos en una situación catastrófica, sin tener que experimentarla. Las cintas de desastres tienen otra función: luego de lo visto en la pantalla, salimos del cine sintiendo que nuestra vida no es tan terrible o problemática como pensábamos; es una puesta en perspectiva instantánea: ¿qué significan nuestros problemas personales en comparación a una posesión satánica o a que toda la ciudad se caiga a nuestro alrededor? Esto es lo único que puede explicar la fascinación que tiene el cine de Hollywood por los desastres naturales como espectáculo. Y a medida que la tecnología cinematográfica avanza, crece la destrucción. La ruina mostrada en la película Terremoto de 1974 (Mark Robson) es nada, con todo y sus efectos de sonido que hacían vibrar las salas de cine, comparada con la de Terremoto: la falla de San Andrés, debido no a la imaginación de los cineastas sino a sus posibilidades técnicas, que han avanzado bastante en 40 años.




Sin embargo, esa cinta del 74, aunque también es muy mala, estaba hecha, al igual que la mayor parte de las cintas de desastres, a partir de muchas microhistorias; muchos personajes nos mostraban algunos de los destinos posibles en el caso de una catástrofe: los que morían en el momento del desastre, los que ayudaban a otros, los que quedaban heridos, los que desaparecían, los que no entendían lo que sucedía, los que aprovechaban la situación para su beneficio, y un largo etcétera. La falla de San Andrés no lo ha hecho así, ha mezclado el cine de catástrofes con el cine de acción y el resultado es, literalmente, desastroso, por una sencilla razón: el héroe de la película es un héroe de la «vida real», Ray es rescatista, lo cual impide, de entrada, que los espectadores comunes y corrientes podamos identificarnos con el personaje central. Las películas de catástrofes son realistas por lo tanto nuestra identificación tiene que ser, más o menos, en el plano realista. (En las películas fantásticas la dinámica cambia y la identificación se da no a partir de lo que somos sino de lo que quisiéramos ser.)




Para colmo de males, Ray, que es rescatista profesional, no rescata a nadie más que a su esposa y a su hija, y todo lo demás carece de importancia aunque literalmente el mundo se caiga a su alrededor. Al no tener más puntos de referencia, la cinta pierde su dimensión humana. Los Ángeles y San Francisco quedan destruidas, y de hecho son destruidas ante nuestros ojos, pero la cinta queda reducida a un catálogo de efectos digitales de edificios en demolición, y eso, si bien es fascinante por un rato, termina por aburrirnos, porque en una película los efectos ayudan a la historia, no se construye una historia para mostrar efectos. La historia, el argumento, es lo que nos interesa en realidad, y eso es algo que, sorprendentemente, se les olvida a muchos cineastas.




Como esta película tiene un argumento mínimo, entonces los cineastas nos doblan y luego triplican la dosis de efectos y de catástrofes, a ver si así salimos satisfechos: no sólo hay un gran terremoto, hay dos, y el segundo es todavía peor, y de postre un tsunami en San Francisco. ¿Cuántos muertos hubo? ¿Millones? Pues nosotros no los vimos. Nos perdimos esas historias, porque el director estaba muy entretenido mostrándonos sólo una persona que estaba ahogándose... ¿y para contarnos esa historia tuvo que destruir todo San Francisco? Y ya no hablemos de las casualidades milagrosas, ni de la música grandilocuente, ni…




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Terremoto: la falla de San Andrés (San Andreas). Dirección: Brad Peyton. Guión: Carlton Cuse. Argumento: Andre Fabrizio y Jeremy Passmore. Música: Andrew Lockington. Fotografía: Steve Yedlin. Edición: Bob Ducsay. Diseño de producción: Barry Chusid. Con: Dwayne Johnson, Carla Gugino, Alexandra Daddario, Ioan Gruffudd y Paul Giamatti, entre otros. Países: Estados Unidos y Australia. 114 minutos.



domingo, 24 de mayo de 2015

Tomorrowland, de Brad Bird





Tomorrowland
(Tomorrowland, Estados Unidos, 2015)
de Brad Bird

Jesús Guerra

Tomorrowland ('La tierra del mañana', sería en español) está basada en una de las secciones del parque de atracciones Disneylandia. Esto ya de entrada debería de ser un indicador de que algo está mal. Sin embargo, la saga de Los piratas del Caribe no está basada en toda una sección de Disneylandia, sino en una sola de sus atracciones, y resultó una maravilla. Así que había espacio para el optimismo al entrar a la sala de cine, sólo para salir dos horas y diez minutos después, aburrido y con cara de «¿qué?»

La cinta abre con Frank Walker (George Clooney) hablando a la cámara. Nunca sabemos a quién se dirige, así que suponemos que a nosotros. Y mientras intenta narrar la historia que luego veremos, lo interrumpe una y otra vez Casey Newton (Britt Robertson), con añadidos y correcciones. Lo que se nos narra lo vemos ilustrado, y luego la película simplemente se sigue, olvidándose de los narradores.




Frank, de niño, era un prodigio. Inventó una mochila propulsora para volar, aunque no funcionaba del todo bien. La llevó a una feria de inventores para ganar un dinero y no lo ganó, pero ahí lo contactó una niña, bastante extraña (después sabremos por qué era extraña) llamada Athena (Raffey Cassidy), quien le dice que la siga, cuando ella y otras personas se encaminan a algún lugar por el momento desconocido. Y le entrega un pin y le dice que se lo ponga en la solapa. El pequeño Frank sigue las instrucciones y luego de pasar por secciones secretas del lugar, gracias a su pin, termina en un lugar llamado Tomorrowland, que aparentemente está en otra dimensión (¿que no se suponía que tendría que estar en nuestro futuro?). Ahí, Frank, rodeado de maravillas tecnológicas, crece y suponemos que vive feliz, hasta que hace algo, que no se dice, ni en ese momento ni nunca, motivo por el que Frank, ya adulto, es deportado de nuevo a la Tierra, en donde se convierte en una suerte de recluso de su propia casa debido a su aparente paranoia.




Por otra parte tenemos a Casey Newton, una adolescente súperinteligente aunque también muy terca, que se la pasa frustrando los intentos de la NASA por demoler una de sus bases de lanzamiento, debido a que su papá, un ingeniero espacial ahora desempleado, trabajó ahí, y porque esa base representa los sueños de la propia Casey por, algún día, viajar a las estrellas. En una de esas ocasiones es arrestada, y cuando su padre la saca de ahí, encuentra entre sus pertenencias, luego que se las devuelven en la policía, un pin idéntico al que recibió el pequeño Frank. Cuando Casey toca el pin, se ve, como en una alucinación, en otra parte, un campo muy bello y al fondo la silueta de una ciudad futurista. Sigue tocando el pin y mirando esas imágenes, hasta que llega a la ciudad del futuro y todo lo que la rodea le fascina, hasta que al pin se le acaba la batería. Así se da a la tarea de buscar de dónde salió ese pin y es entonces cuando comienza su aventura. Por supuesto, en el camino se encuentra a la misma niña extraña que conoció el pequeño Frank, Athena, y ésta le dice que lo que ella requiere es conocer al doctor Frank Walker, así que juntas roban un auto (maneja Athena, claro) y luego de varias horas de camino, Athena deja a Casey frente a la propiedad de Frank, y arranca.




Hasta aquí la cinta es confusa, debido a los saltos narrativos y a los huecos de información, pero aún interesante, pues suponemos, inocentemente, que al final lo entenderemos todo. 

La cinta tiene una premisa clara (que incluso es discutida en la cinta misma en una conversación entre Frank, Casey y el gobernador de Tomorrowland, Nix, un desperdiciadísimo Hugh Laurie), una premisa contraria a la moda existente de futuros distópicos o antiutópicos, y un mensaje muy claro también: sí, nuestro futuro puede ser terrible pero eso es sólo un futuro posible, si hacemos nuestra parte y, sobre todo, enseñamos a nuestros niños y jóvenes a trabajar por un futuro bueno, justo, ecológico, limpio, equilibrado, disfrutable y feliz, podemos lograrlo. La idea no está nada mal. El problema con esta cinta no es ni su tema ni su mensaje positivo, es la extrema confusión con que está contada la historia, los enormes huecos de información, y los errores narrativos lamentables, y, al final, el hecho de dar su mensaje de manera tan obvia y cursi que en realidad parece un anuncio de refresco.




Y es una lástima, porque técnicamente la película está muy bien hecha, y el diseño de arte es estupendo. La idea del futuro que se nos muestra es la idea que se tenía en los años 50. Lo que vemos en pantalla no es nuestro futuro, por lo menos no exactamente así, sino que es la idea fantástica del futuro de nuestro pasado. Un futuro retro. Hay una escena particularmente bella, en términos puramente visuales, que sucede en lo alto de la torre Eiffel.

No sólo es una lástima que la película no funcione en términos narrativos, sino que es una sorpresa enorme por dos motivos: el primero, porque está producida por los estudios Disney, que normalmente cuidan mucho los guiones, porque están dirigidos a niños, no sólo para que los niños entiendan bien las cosas, sino porque los niños son muy buenos para encontrar inconsistencias en los argumentos con sus eternos porqués. Es una lástima y una sorpresa, además, porque la cinta está coescrita y dirigida por el norteamericano Brad Bird, quien tiene en su filmografía como realizador dos cintas animadas realmente geniales: The Incredibles y Ratatouille (esta última mi película animada preferida), además de haber dirigido la entrega más reciente (2001) de la serie de Misión imposible. Ni modo, habrá que esperar su siguiente película.

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Tomorrowland. Dirección: Brad Bird. Guión: Damon Lindelof y Brad Bird, basado en una historia original de Damon Lindelof, Brad Bird y Jeff Jensen. Música: Michael Giacchino. Fotografía: Claudio Miranda. Edición: Walter Murch y Craig Wood. Diseño de Producción: Scott Chambliss. Con: George Clooney, Hugh Laurie, Britt Robertson y Raffey Cassidy, entre otros. País: Estados Unidos. 130 minutos.