Siga en
sintonía
(Stay Tuned,
EEUU, 1992)
de Peter Hyams
Jesús
Guerra
Roy
Knable (John Ritter)* es un adicto total a la televisión. Su esposa Helen (Pam
Dawber) se queja constantemente, pues Roy ya no es, evidentemente, el hombre
que ella conoció. Ella es una ejecutiva en una agencia de publicidad y le
oculta a su esposo los ascensos que le dan pues, supone, su éxito intimida a
Roy. Roy, por su parte, es un mediocre y distraído vendedor de productos
relacionados con la plomería. En efecto, cada vez está más encerrado en sí mismo,
pero de hecho un tanto ausente de sí mismo, pues lo único que hace es mirar la
televisión: deportes, programas de concursos, películas viejas de las cuales se
sabe de memoria los diálogos, etcétera.
Tienen
dos hijos, Diane (Heather McComb), una adolescente insoportable interesada sólo
en sus amigas, y un niño, Darryl (David Tom), que es una especie de genio en
potencia de la electrónica. Un buen día, los hijos de los Knable se ponen de
acuerdo para pasar una noche fuera de casa y darles una oportunidad a sus
padres para que, estando solos, puedan reencontrar el romance. A Roy la idea no
le parece muy buena, pues hay un importante juego. Helen se sale de la casa
enfurecida. De repente, tocan a la puerta, y ahí está un individuo que se
presenta como Spike (Jeffrey Jones), que le vende a Roy una gigantesca TV, con
gran sonido y mejor imagen, una antena parabólica “especial” que le dará acceso
a 666 canales “diferentes”. Como es obvio, Spike trabaja para el diablo y la
antena parabólica tiene la función de succionar a Roy y a Helen al mundo de la
televisión. Ahí tienen 24 horas para salvarse. Si logran escapar a todos los
peligros de los programas, quedan redimidos y son regresados a su casa. Si
mueren en la TV, sus almas pasan a ser posesión del diablo.
Si
bien el contexto argumental es bastante burdo, con tonterías como la del niño
genio tratando de hacer un aparato para rescatar a sus padres y cosas por el
estilo, la idea central es muy buena: un viaje por el interior de los canales
de televisión. Los personajes pasan de un programa a otro, así como de un canal
a otro a través de algo así como ventanas o bien, gracias a unos controles remotos
que ellos mismos pueden utilizar. Así, la persecución emprendida por el propio
Spike a los Knable cuando se da cuenta de que sobreviven a los peligros de los
programas se desarrolla de un canal a otro, en donde hay una gran variedad de
programas, épocas representadas, tonos y tipos de acción (hay una espléndida
escena en dibujos animados en la cual los Knable son convertidos en ratones de
caricatura).
Están,
además, los comerciales, los cuales se burlan de la televisión real, y los
anuncios incluyen no sólo productos, sino también otros programas o películas
transformados aquí a una versión supuestamente diabólica (y, de ser así,
debemos reconocer que el diablo y su equipo de TV tienen un buen sentido del
humor). Entre los programas están, por ejemplo, Autopsias de los ricos y famosos; entre las películas anunciadas, Tres hombres y el bebé de Rosemary, y
entre los productos sobresalientes, El
silenciador de los inocentes, un bozal para niños y mascotas idéntico al
usado por Hannibal Lecter.
Es
interesante que a estas alturas del partido una película siga percibiendo a la
televisión como algo diabólico. Una película que terminará por ser exhibida
precisamente en la televisión… ¿Cuál es el mensaje de este filme? No vea mucha
televisión. Viva su vida. Claro que como la gente no le hace caso a los
mensajes de los libros, las obras de teatro, los programas de televisión y las
películas, esta cinta es inofensiva… como todas las demás.
A
pesar, insisto, de las torpezas de guión y de dirección en las partes que esta
historia se desarrolla en la realidad, el resto es muy divertido.
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Las reseñas de la sección Cine de Hoy
(2001-2010), y muchas de Cine de Ayer
(1971-2000), salvo aclaración, fueron escritas en las fechas del estreno en
México de esas obras, en salas de cine o en video, y son publicadas aquí (más o
menos) como fueron publicadas en su momento en medios impresos de Coahuila.
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Actualización:
El
actor John Ritter, nacido en 1948, conocido sobre todo por su trabajo en varias
series de TV, murió sorpresivamente en 2003, a los 54 años de edad.
El
realizador, Peter Hyams (nacido en 1943), dirigió, antes de la cinta que
comentamos, Rolling Man (1972, TV), Goodnight, My Love (1972, TV), Busting (1974), Our Time (1974), Peeper
(1976), Capricorn One (1978), Hanover Street (1979), Outland (1981), The Star Chamber (1983), 2010
(1984, continuación de 2001, una odisea
del espacio, 1968, de Stanley Kubrick), Running
Scared (1986), The Presidio
(1988) y Narrow Margin (1990).
Después de Stay Tuned (1992), realizó:
Timecop (1994), Sudden Death (1995), The
Relic (1997), End of Days (1999),
The Musketeer (2001), A Sound of Thunder (2005), Beyond a Reasonable Doubt (2009) y Enemies Closer (2013).
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Siga
en sintonía (Stay
tuned).
Dirección: Peter
Hyams.
Guión: Tom S.
Parker y Jim Jennewein.
Fotografía: Peter
Hyams.
Edición: Peter
E. Berger.
Diseño de producción: Philip
Harrison.
Música: Bruce
Broughton.
Con: John
Ritter, Pam Dawber, Jeffrey Jones, David Tom.
Género:
Comedia / Fantasía.
País:
EEUU.
Año:
1992.
Duración:
98 minutos.
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