El libro de la selva
(The Jungle Book, EEUU, 2016)
de Jon Favreau
Jesús Guerra
En 1990 vimos asombrados una película de James Cameron llamada The
Abyss (1989). Era una cinta interesante que transcurre en una estación
submarina, pero lo asombroso fue una escena en la que una fuerza alienígena
toma el control del agua que está en el interior de la estación y se forma una
especie de gusano que recorre, flotando, los pasillos ante el pasmo de los
personajes, y de los espectadores de la cinta. ¿Cómo habían hecho eso? El año
anterior, Robert Zemeckis nos había admirado también con su película Who
Framed Roger Rabbit [1988], y aunque ahí sí sabíamos cómo se había hecho la
película, de todas maneras era complicadísima de hacer y la habían realizado
con un estupendo sentido del humor y con un sentido estético espectacular, y
esa maravilla había logrado el mismo nivel de estupefacción en los
espectadores.
En 1991, el mismo Cameron volvió a asombrarnos con los efectos
especiales de Terminator 2. Los momentos en los que el robot, hecho de
un metal especial, se regeneraba ante nuestros ojos eran impresionantes... (Yo
sé que los lectores más jóvenes no entenderán del todo el asombro al que me
refiero pues ellos vieron estas películas, si es que las vieron, cuando ya eran
clásicas, en TV o en DVD. Pero súbanse al carro en el momento en que se sientan
aludidos, suponiendo que no hayan perdido la capacidad de maravillarse ante una
película.) Y luego pasó lo mismo con los dinosaurios de Parque Jurásico
(Steven Spielberg, 1993). Y con los animales de Jumanji (Joe Johnston,
1995), y con la animación digital de Toy Story (John Lasseter, 1995), y
con toda la mezcla de efectos de El señor de los anillos (Peter Jackson,
2001), y con Avatar (otra vez Cameron, 2009)... y quizá nos sucedió
también con otras cintas que de momento se me escapan.
Se trata del asombro, de ese deslumbramiento tan cinematográfico,
de ver algo en pantalla que nunca antes habíamos visto, por lo menos con ese
nivel de calidad y de realismo. Es una fascinación verdaderamente emocionante
para quienes gustamos del cine. Y como todos, nos acostumbramos a esa calidad visual
y a esa capacidad del cine actual de hacerlo todo, de lograr mostrar cualquier
cosa que quiera mostrarnos, hasta el siguiente salto técnico e imaginativo que
vuelve a extasiarnos...
Pues el siguiente logro técnico, el asombro más reciente, se llama
El libro de la selva, cinta admirable y espectacular. Saber que todo es
digital (todo incluye la selva misma), o una mezcla logradísima de
digital con animatronics y acción
viva, nos deja verdaderamente con la boca abierta durante toda la película. Si
a esto agregamos que la cinta está llena de acción, que el argumento es interesante,
y la película en general es muy bella, la tenemos hecha. Se trata no sólo de un
film sumamente recomendable, sino de una obra que hay que ver. Y hay que verla
completa, desde el castillo del logo de Disney pues la cámara simplemente se va
hacia atrás y sin corte entra a la selva y de pronto estamos ya ahí, hasta los
créditos finales que muestran unas ilustraciones del libro en tercera dimensión
y animadas, realmente estupendas. Aquí es en donde los espectadores que no
entienden nada se levantan y salen de la sala, tropezándose, pisando los pies
de los que siguen sentados, sin ver ya para nada la pantalla, como si lo que
encontrarán a la salida fuese mejor, más divertido y más bello que lo que sigue
proyectándose. Luego siguen varios cientos de metros de nombres y nombres, pero
lo interesante es ver los departamentos y las compañías y los trabajos
realizados por esos nombres de desconocidos, pues eso es lo que nos puede dar
una idea de la enorme complejidad de realizar una cinta como la que acabamos de
ver, y por qué costó 175 millones de dólares.
El asunto del argumento es también interesante. En principio esta
película se presenta al público como un remake de acción viva y digital
del clásico animado de Disney (de hecho, fue la última película supervisada,
por lo menos en parte, por el propio Walt Disney, quien murió en diciembre de
1966). La verdad es que es remake sólo en parte (incluso hay un par,
solamente un par, de momentos musicales, puestos al día, con dos de las
canciones de la cinta de 1967), pero la nueva versión retoma muchos elementos
del cuento original de Rudyard Kipling que habían sido eliminados de la primera
cinta. El nuevo film es más oscuro en el tono, algunas de las situaciones son
más peligrosas, y es, de alguna manera, más adulto. Es más adulto, también, en
el sentido no sólo de que le entendemos mejor que los niños, por lo menos en
ciertos niveles de interpretación, sino que, y vuelvo al punto anterior, nos
asombra más que a los niños, pues ellos ven las películas como si así hubieran
sido todas desde que se inventó el cine.
Mowgli (interpretado por Neel Sethi) es un cachorro humano que la
pantera Bagheera encontró en la selva, cuando el cachorro era muy pequeño, y
consciente de que ese cachorro requeriría de una familia, lo llevó con los
lobos, cuyo líder es Akela. La madre adoptiva de Mowgli sería entonces la loba
Raksha, pero estaría al cuidado de toda la manada. Así, Mowgli aprendió a ser
un lobo.
En la selva, en todo caso en esa selva, los animales tienen reglas
para facilitar la convivencia, y una de ellas es que cuando hay poca agua, se
decreta una tregua que permite que todos los animales puedan bajar al río a
beber sin el temor a ser atacado por sus depredadores naturales. A esta reunión
pacífica llega el tigre Shere Khan, el villano principal, al que todos temen, y
toma la palabra. Dice, en pocas palabras, que terminado el estado de paz quiere
que los lobos le entreguen al cachorro humano pues éste debe morir. Y amenaza a
los lobos para que cumplan su deseo.
Bagheera, entonces, convence a los lobos de que dejen ir a Mowgli,
y que él mismo lo llevará a la aldea humana, pues está convencido de que es la
única manera de salvarle la vida. Mowgli, por supuesto, no quiere irse de la selva,
pero respeta y quiere a Bagheera, y lo sigue. Sin embargo, en algún punto de su
viaje son atacados por Shere Khan y aunque sobreviven se separan. Mowgli,
entonces, vaga solo por regiones de la selva desconocidas para él, y tiene
varios encuentros con personajes importantes, como el oso Baloo, la serpiente
Kaa, y los monos liderados por el Rey Louie.
Esta nueva versión de El libro de la selva es muy, muy, muy
recomendable —al igual que la primera, pero por diferentes motivos—, es
entretenida, ágil, emocionante, simpática, bonita, pero sobre todo es
asombrosa.
El realizador es Jon Favreau (nacido en Nueva York en 1966), quien
tiene en su filmografía cintas como Elf (2003), Zathura (2005), Iron
Man (2008), Iron Man 2 (2010), Cowboys & Aliens (2011), y
Chef (2014) entre otras películas (además ha dirigido episodios de
diversas series de TV).
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El libro de la selva (The Jungle Book).
Dirección:
Jon Favreau
Guión: Justin
Marks (basado en el libro de Rudyard Kipling).
Fotografía:
Bill Pope
Edición: Mark
Livolsi
Diseño de producción: Christopher Glass y Abhijeet Mazumder
Música: John
Debney
Con:
* Neel
Sethi (doblado al español por Matías Quintana Ortiz)
* Baloo:
con la voz, en inglés, de Bill Murray; y en español de Héctor Bonilla
*
Bagheera: Ben Kingsley / Enrique Rocha
* Shere
Khan: Idris Elba / Víctor Trujillo
* Raksha:
Lupita Nyong'o / Regina Orozco
* Kaa:
Scarlett Johansson / Susana Zabaleta
* Akela:
Giancarlo Esposito / Gerardo Reyero
* Rey
Louie: Christopher Walken / Francisco Céspedes
Género:
Aventura / Drama / Fantasía
País: EEUU
Año: 2016
Duración: 105 minutos
Excelentes imagenes a mi me ha encantado la película. El trabajo que ha hecho Jon Favreau con El Libro de la Selva tiene una gran calidad y producción, realmente todos los detalles son espectaculares. Neel Sethi protagoniza esta nueva entrega y está rodeado de un gran elenco. Definitivamente se convirtió en una de mis películas favoritas.
ResponderBorrarExcelente comentario, Valeria, muchas gracias. Es cierto, se trata de una película impresionante y espectacular.
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