lunes, 29 de diciembre de 2014

Al mejor postor, de Giuseppe Tornatore




Al mejor postor
de Giuseppe Tornatore

Jesús Guerra

El realizador italiano Giuseppe Tornatore, conocidísimo por Cinema Paradiso (1988), cinta que ganó el Oscar a mejor película en lengua extranjera, no tiene una obra muy extensa, y parte de ella está compuesta por cortos y documentales para la televisión italiana, así que es muy difícil de conseguir. Sus películas de ficción, comercializadas a nivel internacional, se reducen a nueve títulos. Y yo, lo confieso, no los he visto todos, sin embargo, los filmes de Tornatore que he visto me gustan.

Me gustan en particular Cinema Paradiso, Todos estamos bien (1990, con Marcello Mastroianni; rehecha en 2009 en Hollywood, bajo la dirección de Kirk Jones, con Robert De Niro), La leyenda de 1900 (1998, con Tim Roth, basada en un monólogo teatral de Alessandro Baricco), Malena (2000) y Al mejor postor (o La mejor oferta, 2013).

Al mejor postor no ha sido bien tratada por la crítica internacional. Mientras que todo el mundo recuerda Cinema Paradiso como el punto máximo de la carrera de Tornatore, una cinta que conquistó a los espectadores del planeta hace más de un cuarto de siglo, ahora atacan al cineasta italiano diciendo que no ha sido capaz de hacer de nuevo una obra a la altura del filme amado por todos. Eso me parece injusto porque Cinema Paradiso, además por supuesto de estar espléndidamente bien hecha y bien escrita, es una obra en homenaje al cine mismo, lo cual, de alguna manera, pone en desventaja al resto de sus películas, y en su momento a muchas otras películas de otros realizadores.




A diferencia de Cinema Paradiso (que es una cinta italiana filmada en italiano, con actores italianos y franceses; que cuenta una historia provinciana, nostálgica y sentimental en la que gran parte de los espectadores adultos pueden verse reflejados por la relación entre la infancia, la juventud, el amor y el cine), Al mejor postor es una cinta italiana hablada en inglés, con actores de Hollywood de diversos orígenes (Geoffrey Rush, australiano; Donald Sutherland, canadiense; Jim Sturgess, inglés; y Sylvia Hoeks, holandesa), ubicada en algún país y en alguna ciudad europeos nunca mencionados (aunque reconocemos que se trata de Italia, no sabemos en dónde, y para lograr esta confusión la cinta se filmó en exteriores de diferentes ciudades), con una trama que si bien de manera esencial puede suceder en cualquier parte y en cualquier medio, con las características de esta historia específica sólo puede suceder en los círculos cultos, de amantes y coleccionistas del arte y las antigüedades, y por lo tanto adinerados del primer mundo.

Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un respetado y temido experto en arte y antigüedades que dirige su propia empresa de subastas. Es rígido, duro, frío y hasta elegantemente grosero con su personal. Es rico y solitario. Usa guantes para toda ocasión, le teme a cualquier tipo de contaminación. Es también un tipo que comete elegantes fraudes: en algunas ocasiones hace pasar obras valiosas por obras menores que termina adquiriendo, en apariencia, Billy Whistler (Donald Sutherland), para luego entregárselas a Virgil. Obras que pasan a una cámara secreta a engrosar la colección de Virgil; a esta cámara él entra por las noches, con una copa de vino, para admirarlas. Su colección, lo vemos mientras Virgil las admira embelesado, está compuesta casi completamente por retratos de mujeres. Este dato es importante porque Virgil, un hombre de más de sesenta años, nunca ha tenido una relación sentimental. Virgil en realidad le teme a las mujeres, a las que admira mejor convertidas en obras de arte.




Una mañana recibe en su oficina una llamada de una tal señorita Claire Ibbetson, quien le pide que valore la colección de antigüedades heredadas de sus padres. La condición es que la valoración la realice personalmente. Virgil va a la mansión señalada, que resulta elegante pero en un estado lamentable. Sin embargo Claire no aparece en la primera cita. Virgil está furioso pero hay algo en la voz y en el discurso telefónico de Claire que lo hace ir a la segunda cita, en la que Claire tampoco aparece, aunque ahora se encuentra presente el portero. Finalmente queda claro que los motivos de Claire para no presentarse no son los pretextos que le da por teléfono, sino que ella vive en la mansión, en un cuarto secreto, porque no puede salir… padece una agorafobia rabiosa mezclada con una suerte de timidez extrema. Las conversaciones de Claire y Virgil pasan del teléfono a pláticas con un muro de por medio. Y pasan del tema del trabajo de tasación a lo personal. Virgil se obsesiona con la joven, quiere verla, quiere ayudarla a superar su trastorno.

Por otra parte está la relación de Virgil con un muchacho llamado Robert (Jim Sturgess), capaz de arreglar cualquier mecanismo descompuesto que le pongan enfrente. Virgil, en los momentos en los que se encuentra en la mansión de Claire, va encontrando, poco a poco, fragmentos de una maquinaria desconocida. Se trata de pedazos pequeños, con resortes y engranes. Y Virgil se los lleva a Robert, quien descubre que esa maquinaria podría formar parte de un autómata, tema del que Virgil, experto en antigüedades, es un conocedor. Así que Robert se da a la tarea de ir armando esa especie de rompecabezas tridimensional, mientras Virgil le habla de su propio estado emocional con respecto a la misteriosa Claire. Y Robert, que es un muchacho guapo que cambia de novia con frecuencia, le da consejos.

Virgil se las ingenia un día para ver a Claire y, por supuesto, se enamora. Y ese amor inesperado y a destiempo tiene intensas repercusiones en la vida de Virgil, por decir lo menos. Al mejor postor es interesante, emocionante, misteriosa, y está espléndidamente bien hecha en todos los aspectos. Los dos actores más jóvenes están bien en sus papeles, Donald Sutherland interpreta un personaje importante pero de poco tiempo de pantalla y, como siempre, su sola presencia es intensa; y Geoffrey Rush está sensacional. Sobre sus hombros descansa toda la película. El arco de su personaje es completo, es decir, Virgil cambia radicalmente del inicio al final de la obra, pero esa transformación es, lógicamente, paulatina, y Rush, que sin ser histriónico es sumamente expresivo, pero de una impresionante expresividad contenida o discreta, nos muestra esa paulatina metamorfosis. Por supuesto, el resto de los elementos están a la altura: la fotografía, la ambientación, los decorados, la música. Es un filme elegante y misterioso, sumamente disfrutable.

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Al mejor postor (o La mejor oferta [The Best Offer], 2013). Guión y dirección: Giuseppe Tornatore. Con: Geoffrey Rush, Donald Sutherland, Jim Sturgess, y Sylvia Hoeks en los papeles principales. País productor: Italia. En inglés. 131 minutos.

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