viernes, 20 de marzo de 2015

No confíes en nadie (2014), de Rowan Joffe





No confíes en nadie
(Before I Go to Sleep, UK, USA, Francia, Suecia, 2014)
de Rowan Joffe

Jesús Guerra

Christine (Nicole Kidman) despierta con expresión confundida, se levanta, va al baño y ve una especie de collage de fotos de ella y de un hombre, con notas en post-it que dicen cosas como «Ben, tu marido», y luego se ve en el espejo y se siente más confundida aún. Cuando sale del baño, el hombre de las fotos (de hecho, el hombre que estaba acostado a su lado cuando ella despertó) está sentado en la cama, mirándola. Christine le pregunta: «¿Quién eres?» El hombre (Colin Firth) le responde: «Soy Ben, tu marido». Ben le dice a Christine que ella ahora tiene 40 años, que sufrió un accidente hace varios años, que tiene amnesia y sus últimos recuerdos son de cuando ella tenía veintitantos. A lo largo de la cinta nos damos cuenta que Christine perdió varios años de memoria previos al accidente, además de que perdió la capacidad de guardar información nueva. Cada noche se le borran las memorias del día, y a la mañana siguiente tiene que empezar de nuevo. Así que ese «¿Quién eres?» «Soy Ben, tu marido» y todas las explicaciones subsecuentes son el inicio de cada mañana. 

Pero hay cosas que Ben no sabe. Unos momentos después de que él se va al trabajo, suena el teléfono, Christine responde, y escucha la voz de otro hombre que le dice que habla el doctor Nasch (Mark Strong), que es un psiquiatra que la ha estado tratando últimamente, y le da unas instrucciones: que vaya a su clóset y busque en un lugar específico, que encontrará una caja de zapatos en donde está una cámara, que la encienda y vea los videos ahí grabados, que forman parte de una especie de diario que ella ha estado llevando, y que en unos minutos más él pasará a recogerla a su departamento para continuar el tratamiento, del cual Ben no sabe nada y es preferible que las cosas sigan así.

Vemos varias mañanas similares, y varios días, y cada día hay una sorpresa nueva para los espectadores (además del resto de las sorpresas diarias para Christine). Hay días en que ella sospecha que algo no está bien en la relación con Ben, hay otros en que desconfía del psiquiatra. Y nosotros, lo espectadores, por momentos comprendemos muy bien las reacciones de Christine y en otros nos sorprenden. El problema real es que no tenemos manera de entenderla. ¿Cómo puede experimentarse la vida cuando al despertar nos damos cuenta que hemos envejecido 20 años con respecto a nuestros recuerdos de ayer? Es como viajar 20 años al futuro durante la noche. Todo ha cambiado pero nosotros no tenemos el registro de esos cambios. Y las personas a las que vemos, que son desconocidas para nosotros, nos dicen que tenemos una relación con ellas... ¿Cómo se puede reaccionar a eso? ¿Con desconfianza absoluta, con una confusa depresión al comprender la situación, o con miedo pero con urgencia optimista para solucionar nuestro problema? Esto lo apunto porque he leído reseñas de esta cinta en las que atacan a Nicole Kidman por su interpretación de Christine y otras en las que la alaban. El problema es que en realidad no tenemos idea de cómo reaccionaríamos nosotros en una situación así.




Nasch le dice un día a Christine que su estado se debe a que ella fue golpeada 10 años atrás y dada por muerta por su asaltante; así descubre Christine que Ben le miente, pues esa misma mañana le explicó que ella había sufrido un accidente. Ben reconoce que hay cosas que le oculta pero es para protegerla, y le explica que eso él lo vive todos los días y hay algunos en que no puede con el peso emocional de algunos temas. Otro día Christine descubre que tuvo un hijo. ¿Qué más cosas le ocultan? ¿Y qué tantas cosas puede saber en un día de lo que le ha ocurrido en dos décadas?




La tensión aumenta con cada nueva sospecha, con cada detalle que no parece encajar, con pistas que aparecen en sueños. La cinta es muy interesante y sumamente disfrutable, tanto por el argumento como por las estupendas actuaciones de un reparto de lujo. También, por lo menos en mi caso, gracias a un estilo de filmación muy clásico (en fotografía, en trabajo de cámara y de edición), sosegado y elegante, que nos permite concentrarnos en lo que sucede en pantalla sin distraernos con cómo pasa. Es, por tanto, un filme menos espectacular que la mal llamada Amnesia (Memento, 2000, Christopher Nolan), aunque es cierto que tal vez le haya faltado experiencia o habilidad al guionista-realizador, Rowan Joffe (hijo del también realizador Roland Joffé), para hacer de esta película, basada en la novela homónima de S.J. Watson, una obra mucho más intensa. 




Curiosamente, hace poco reseñé la cinta Kingsman: el servicio secreto (2014, Matthew Vaughn), en la que también aparecen Colin Firth y Mark Strong, ambos estupendos actores, los cuales sin necesariamente cambiar su aspecto son capaces de interpretar personajes muy diferentes unos de otros. Sin que se trate de una obra maestra, a mí me parece recomendable No confíes en nadie, entre otras cosas porque forma parte de un tipo de cine que cada vez es más raro en nuestra cartelera: el cine para adultos o, mejor dicho, el cine adulto. Vale la pena apuntar que entre los muchos productores ejecutivos de esta cinta se encuentra Ridley Scott.

No confíes en nadie se llama en inglés Before I Go to Bed, es decir Antes de acostarme, que es como se llama en algunos países; en otros se llama Antes de despertar. ¿Cuál título prefieres?

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No confíes en nadie (Before I Go to Bed, 2014). Dirección y guión: Rowan Joffe, basado en la novela homónima de S.J. Watson. Fotografía: Ben Davis. Edición: Melanie Oliver. Diseño de producción: Kave Quinn. Música: Edward Shearmur. Con: Nicole Kidman, Colin Firth y Mark Strong, en los papeles principales. Países: Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Suecia. 92 minutos.






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