miércoles, 15 de junio de 2016

La maldición de Lono, de Hunter S. Thompson




La maldición de Lono
de Hunter S. Thompson

Jesús Guerra

Su nombre completo era Hunter Stockton Thompson. Nació en Louisville, Kentucky, el 18 de julio de 1937. Estuvo en el ejército, en donde trabajó en el departamento de información de la base Eglin, en Florida. Se le dio de baja honorable, básicamente por ser un rebelde, y entonces comenzó a trabajar como periodista deportivo. Tuvo muchos trabajos en periódicos y tuvo también muchos problemas en esos lugares. Para 1960 se fue a vivir a San Juan, Puerto Rico, para trabajar en una publicación deportiva, que no duró, pero eso le permitió viajar por el Caribe y Suramérica, en donde trabajaría luego como corresponsal para varias publicaciones de su país.

En 1963 se casó con su novia, Sandra Conklin, el matrimonio duró hasta 1980. En 1964 tuvieron a su hijo, Juan Fitzgerald Thompson. Luego se pasó un año acompañando a la famosa banda de motociclistas Hell's Angels, y publicando notas sobre este grupo, hasta que la banda se dio cuenta de que ganaba dinero escribiendo sobre ellos y, al parecer, le dieron una golpiza de antología (por lo menos eso dice la leyenda). Al año siguiente, la editorial Random House publicó su libro sobre el tema, Hell's Angels: The Strange and Terrible Saga of the Outlaw Motorcycle Gangs (1967), que en la edición en español se llama sólo Los ángeles del infierno.

La mayor parte de sus mejores artículos los publicó en la revista Rolling Stone, aunque, cosa rara para esa publicación, nunca escribió de música, aunque la música sí formó parte de muchos de sus textos. En 1970 hizo una de las cosas más extrañas de su vida (y vaya que hizo cosas raras): fue candidato para Sheriff del condado Pitkin, en el estado de Colorado, y perdió (por fortuna, creo yo). En ese mismo año, escribió un artículo ahora famoso llamado «El Derby de Kentucky es decadente y depravado». Lo publicó una pequeña revista y en su momento ni siquiera fue muy leído, pero ese artículo fue el primero al que se clasificó de «periodismo gonzo», nombre que a Thompson le gustó. Ahora ni siquiera se sabe muy bien de dónde viene esa palabra, pues hay varias teorías, y también hay varias versiones sobre el motivo para denominar así al tipo de periodismo que Thompson escribía.

Por una parte, el adjetivo gonzo, que ahora está siempre asociado a este autor y al movimiento que siguió, por parte de otros periodistas, quiere decir «extraño, confuso, loco, salvaje», aunque no se sabe muy bien si el origen de la palabra es el italiano hablado en los Estados Unidos, o si se trata de slang irlandés-norteamericano, o si proviene del francés canadiense... Para enturbiar el asunto, es también el nombre de una canción, y a Thompson le gustaba decir que su estilo se llamaba así por la canción. Lo que sí está claro es lo que implica el estilo gonzo: este periodismo rompe la barrera entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo real y lo ficticio. Thompson escribía sus textos en primera persona y se retrataba a sí mismo en el artículo, es decir que el periodista forma parte de lo reportado. Como si el reportaje incluyera en sí mismo su propio making of, es decir, el texto periodístico incluye el reporte sobre cómo se investigó y se escribió el texto periodístico.
 
Edición en inglés

Esta mezcla entre lo real y lo ficticio encierra también, por supuesto, al propio Hunter S. Thompson, pues él inventó un personaje que lleva su nombre, que es más loco, más borracho, más adicto a todo y más extravagante que el Hunter S. Thompson real. Y no sólo eso, Thompson a veces metía en sus textos a algunos personajes recurrentes, «amigos suyos», como Raoul Duke, Gene Skinner y otros más, que eran otras manifestaciones de sí mismo. Thompson llegó a decir que cuando lo invitaban a hablar, por ejemplo a una universidad, se sentía confundido. ¿Quién debía de ser en la charla? ¿El verdadero Thompson o el personaje Thompson?, ya que los lectores de su obra no estaban muy conscientes de esta diferencia. Así que al leerlo hay que tener en cuenta esa mezcla de ficción y no-ficción.

Debido a que su obra es periodística, por lo menos en su base, es muy norteamericana, es decir que no siempre se puede traducir bien, a menos que se llene el texto de notas explicativas. Esto, en parte, explica que su obra completa no esté traducida a otras lenguas, aunque por supuesto existen algunas traducciones. En español, por ejemplo, contamos con su libro más famoso: Miedo y asco en Las Vegas, que lleva por subtítulo Un viaje salvaje al corazón del sueño americano. Este libro, publicado en nuestro idioma por la editorial Anagrama en 1987, en inglés se publicó en 1971. Tanto el libro como el autor se volvieron más famosos todavía a partir de que se estrenó su adaptación cinematográfica, en 1998, dirigida por el genial Terry Gilliam, con Johnny Depp en el papel central.

El diario del ron fue su primera novela (ésta sí es pura ficción, o por lo menos eso se supone, aunque también está basada en sus experiencias); la escribió a principios de los años 60 pero no se publicó en inglés sino casi 40 años después, en 1998. Y de esta obra también hay una versión en cine, del año 2011, dirigida por Bruce Robinson, y tiene también a Johnny Depp en el papel protagónico.

En el año 2005, Hunter S. Thompson, de 67 años, cansado de varias enfermedades que lo agobiaban, se suicidó en su rancho de Colorado. Había dejado la solicitud de lo que quería que se hiciera en su funeral, y quien pagó para llevar a cabo su último deseo fue su amigo Johnny Depp. Lo que se hizo, el 20 de agosto de 2005, fue disparar sus cenizas desde un cañón colocado en una torre de su rancho. La torre tiene la forma de un puño con dos dedos pulgares, que se considera el logotipo del periodismo gonzo. Todo esto en medio de fuegos artificiales y acompañado de las canciones Spirit in the sky, de Norman Greenbaum, y Mr. Tambourine Man, de Bob Dylan. Nada mal para alguien que se la pasó escribiendo en Rolling Stone y nunca escribió de música.


Edición francesa


De los aproximadamente 20 libros que publicó Thompson, el quinto, The curse of Lono, publicado en Estados Unidos en 1983, y reeditado en 2003, ha sido recientemente publicado en español por la editorial Sexto Piso y la Universidad Autónoma de Nuevo León, bajo el título La maldición de Lono, con una muy buena traducción de Jesús Gómez Gutiérrez. Así, 33 años después de su publicación original, tenemos, por fin, la oportunidad de leer en nuestra lengua esta obra del creador del periodismo gonzo.

En el año 1980, Hunter S. Thomson recibió una carta del director de una revista bastante desconocida llamada Running, especializada obviamente en el ejercicio de correr, en las carreras, en los maratones, etcétera. La carta era para invitarlo a cubrir el maratón de Honolulú, en Hawái, y le prometía un buen sueldo y todos los gastos pagados. Incluso le decía que viera ese trabajo como una oportunidad de tener unas vacaciones. Para este momento, Thompson ya se consideraba retirado del periodismo, aunque apenas tenía 43 años de edad, y ya había rechazado propuestas similares de mejores publicaciones y con mejores salarios, pero por algún motivo le llamó la atención la idea. Thompson, a su vez, invitó a su amigo de siempre, el ilustrador inglés Ralph Steadman, un año mayor que Thompson, quien ilustró casi siempre los reportajes de Thompson, y Ralph aceptó, y además se llevó a su esposa y a su hija pequeña, pues iban de vacaciones a Hawái. Lo que prometía ser un trabajo sencillo y unas vacaciones paradisiacas se convirtieron pronto en una suerte de pesadilla, todo por la locura de Thompson y su capacidad para asociarse con gente extraña y meterse en problemas insólitos.

Thompson intercala, a lo largo de La maldición de Lono, citas extensas del libro El último viaje del capitán James Cook, de Richard Hough, además de citas de otros viajeros ilustres que estuvieron en Hawái, como Mark Twain. Precisamente en una cita de este último se nos cuenta la historia resumida del dios hawaiano Lono. Éste fue un rey que hizo cosas indeseables y se arrepintió. Así, se fue a recorrer las islas boxeando y luchando hasta que se aburrió. Instauró unos juegos deportivos en su propia conmemoración y decidió partir en una balsa, prometiendo regresar. Los nativos lo convirtieron en dios en su ausencia, y esperaron su retorno.

En el siglo XVIII, el explorador británico James Cook llegó a costas de Hawái, y se encontró con que los nativos lo tomaron por la reencarnación de Lono, que para entonces era el dios de la abundancia y los excesos. Cook, con sus marineros, sin saberlo, hizo algunas cosas que los nativos esperaban que Lono hiciera, así que no tuvieron dudas. Estas citas sobre las experiencias de Cook en Hawái, que no terminaron nada bien, sirven para espejear las experiencias de Thomspon, dos siglos después. Desde que Thomson se subió al avión que lo llevó a las islas del Pacífico comenzaron a suceder cosas extrañas que tendrían consecuencias futuras. En el vuelo conoció a un tipo llamado Ackerman, un hombre conectado con cuestiones de estupefacientes en Hawái. Cuando llegaron, Thompson cubrió el maratón, aunque nunca se lo tomó muy en serio, pues él y sus amigos se la pasaron bebiendo en una casa que estaba cerca de la meta e insultando a los corredores. Pasado el maratón, se fueron Thompson y su prometida, y Ralph Steadman y su familia, a otra isla, en donde habían rentado una propiedad con dos cabañas y piscina, junto a la costa, pues pensaban pasarse dos meses buceando, nadando, pescando y pasándosela de lo lindo. Pero todo era un fraude. Las cabañas eran dos casitas horrendas, pero en efecto estaban en la costa, al grado de que las olas, que eran enormes, llegaban hasta la puerta de las cabañas, porque el clima, contrariamente a lo que les habían dicho, era espantoso.


Edición alemana


Y con esto comenzó la desintegración de sus vacaciones soñadas. Ralph sufrió un accidente en el mar y terminó por regresar a Inglaterra con su familia, enfurecido con Thompson, y éste se quedó, por motivos misteriosos incluso para él mismo, mucho tiempo más, pescando (la escena del pez espada es una maravilla), bebiendo como enajenado, quejándose de Hawái pero sin decidirse a regresar, metiéndose en problemas con todo mundo, escribiendo el libro en condiciones surrealistas, convencido de ser la nueva reencarnación de Lono, el dios de los excesos.

El libro es extraño, como todo lo que escribió este autor, pero muy divertido. ¿El maratón de Honolulú? ¿A quién le importa el maratón de Honolulú? Lo interesante es lo que les pasó, o lo que Thomson escribe que les pasó, a él y a Steadman, mientras fueron a cubrir ese evento; obviamente La maldición de Lono es una lectura obligada para los seguidores de Thompson, pero además funciona bien como un volumen introductorio para quienes nunca lo han leído.

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La maldición de Lono. Hunter S. Thompson. Traducción de Jesús Gómez Gutiérrez. Editorial Sexto Piso en coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León. México, 2016. 208 págs.





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