miércoles, 11 de diciembre de 2013

Déjame entrar, de Matt Reeves





Déjame entrar
(Let Me In, 2010)

Jesús Guerra

Owen (Kodi Smith-McPhee) es un niño solitario. Vive con su madre en un edificio de departamentos de las zonas pobres de la ciudad (en Nuevo México) y en la escuela sufre porque es asediado y golpeado con frecuencia por un grupito de jóvenes mayores. Una noche, Owen --entre sus entretenimientos se encuentra el de espiar a sus vecinos con un telescopio que tiene en su recámara--, nota que se mudan al edificio una niña y su padre. Otra noche, helada también, Owen sale al oscuro patio central del edificio y se encuentra con la niña (Chloë Grace Moretz), llamada Abby, la cual lo primero que le dice es que no puede ser su amiga. Sin embargo, Owen y Abby se hacen amigos, con cierta torpeza al principio, con limitaciones...

Por una parte somos testigos de la tristona vida de Owen y su madre (a la madre, interpretada por Cara Buono apenas la vemos), en su casa, y de la vida escolar de Owen; por otra, vemos la patética vida del «padre» de Abby (Richard Jenkins) y de ella misma, y, en tercer lugar, vemos las investigaciones de la policía local, específicamente del detective principal (Elias Koteas), que trata de resolver una serie de sangrientos y extraños asesinatos.

No pasa demasiado tiempo antes de que nos demos cuenta que el padre de Abby no es en realidad su padre, y que él es el asesino que busca la policía, pues debe de llevarle a la niña (que no es precisamente una niña) el alimento que necesita: sangre humana. La palabra vampiro se menciona una sola vez en esta cinta, aterradora pero, simultáneamente, triste y tierna. Lo aterrador funciona, además, en varios sentidos, en esta historia que retoma el mito del vampiro y lo aleja, por fortuna, de ese nuevo cliché de los vampiros glamorosos, ricos, bellos, sexuales y enamorados. Abby es mostrada más como una adicta... más aún, como la hija de una drogadicta, una niña nacida con una adicción de la que no es responsable, una niña muy vieja que no ha tenido más remedio que lidiar con sus problemas desde que tiene memoria. Y lo hace de la mejor manera que puede. Su vida transcurre en soledad, incluso en una soledad acompañada, en la pobreza, en la suciedad, en la sangre, siempre en tránsito, cambiándose de una ciudad a otra.

Déjame entrar (de 2010, con guión y dirección de Matt Reeves) es un remake de la película sueca que en los Estados Unidos se llama Let the Right One In (y en sueco Låt den rätte komma in), de 2008, con guión de John Ajvide Lindqvist, basado en su propia novela homónima, y con la dirección de Tomas Alfredson.

Matt Reeves ha dirigido cortos, una comedia, capítulos de series de televisión, y se volvió conocido cuando dirigió Cloverfield (2008). En 2014 se estrenará su siguiente film como director: Dawn of the Planet of the Apes.

La película está bastante bien. Me gusta (y hay que agregar que soy fan de dos de los actores de esta versión: Richard Jenkins y Elias Koteas, y que me gustó mucho el trabajo de actuación tanto de Kodi Smith-McPhee como de Chloë Grace Moretz). Pero también está bastante bien y también me gusta la cinta sueca, que tiene la ventaja de ser la original. ¿Para qué volver a filmarla sólo dos años después? Soy de los que piensan que, en principio, todo remake es inútil si aún podemos ver la cinta original. Sin embargo hay algunos remakes que funcionan bien pasados algunos bueños años. ¿Pero refilmar una obra sólo para que los norteamericanos no tengan que leer subtítulos? Evidentemente es eso y hacer dinero al aprovechar la fama de una cinta original pero hecha en otro país y en otro idioma al rehacerla y quedarse con las ganancias. Esta película, Let Me In, por lo menos les ha quedado bien a los norteamericanos. Hay casos de remakes patéticos...

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Déjame entrar (Let Me In; 2010). Dirección y Guión: Matt Reeves. Fotografía: Greig Fraser. Música: Michael Giacchino. Edición: Stan Salfas. Con: Kodi Smith-McPhee, Chloë Grace-Moretz, Elias Koteas y Richard Jenkins, entre otros.


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