sábado, 16 de enero de 2016

En una noche de claro de luna, de Lina Wertmüller




En una noche de claro de luna
(In una notte di chiaro di luna / Up to Date, Italia-Francia, 1989)
de Lina Wertmüller

Jesús Guerra

La conocida guionista y realizadora italiana Lina Wertmüller (recordemos de ella su cinta Film de amor y anarquía de 1973), ha realizado una película muy interesante y bella (aunque quizá fallida) sobre uno de los temas de nuestro tiempo: el sida. Escogió actores de renombre internacional (Rutger Hauer, Nastassja Kinski, Faye Dunaway, Peter O’Toole, Dominique Sanda y Lorraine Bracco —algunos de ellos para papeles en verdad pequeños— y filmó en inglés, el idioma internacional (error en el que caen con cierta frecuencia las cinematografías europeas no angloparlantes, aunque no es éste el caso, ya que varios de los actores filman en inglés con frecuencia o son angloparlantes) para comercializar con más facilidad sus películas. Sin embargo, no es, de hecho, una cinta que entre en los cánones “comerciales” fácilmente, aunque tampoco es oscura, ni mucho menos. Es, eso sí, una cinta bastante personal, como debe ser una película de un realizador reconocido.




La cinta comienza en enero de 1985, en Roma. Una joven pareja heterosexual se instala en un hotel y se suicida. Se quitaron la vida por miedo al sida, aunque ninguno tenía el virus. El padre de uno de los jóvenes declara que la culpa la tienen los medios de comunicación, los cuales, en lugar de informar con veracidad acerca de la enfermedad, se han dedicado a crear un estado de paranoia.




Un periodista norteamericano radicado en París, John Knott (Rutger Hauer) se hace pasar por un seropositivo y “revela su secreto” para registrar las reacciones de la gente. En los restaurantes le niegan el servicio, la gente lo corre de su casa. Con esa argucia recorre Europa. En Venecia se topa con un excompañero, ahora acaudalado hotelero gracias a herencias familiares, el cual, creyendo que John es realmente portador del virus, le confiesa que él también es seropositivo. Y le pregunta Zack —que así se llama el hotelero (interpretado por Luigi Montefiori)— por qué se lo dice a todo mundo cuando podría hacer como él, mantenerlo oculto, incluso con sus amantes ocasionales; y le expone una diabólica teoría sobre el azar, el destino y esas cosas. Después, le muestra el video que tiene de una examante de ambos, Masha, y le dice que ella murió de sida. Así, la duda se apodera de John. Sin embargo, antes de este muy informativo viaje a Venecia, había reencontrado, en París, al amor de su vida, Joëlle (Nastassja Kinski), quien había desaparecido de buenas a primeras. Platicaron y se confesaron su amor. Ella había partido por miedo a no ser querida, etcétera, etcétera. Para colmo, tiene una hija de John, llamada Jou-Jou. Luego del romántico encuentro John se entera, por las noticias sobre Masha, que él podría ser, realmente, portador del virus. Entonces se hace un examen en Londres, el cual resulta positivo. Le entra pánico de haber contaminado a Joëlle e incluso a su hija. Le ordena a un médico que les haga un examen sin decirles el verdadero motivo y decide —ahora le toca a él según los juegos del destino— escapar sin dar explicaciones.




Pero esto es sólo el principio. La cinta es interesante, aunque se tambalea un poco en cuestiones de ritmo. Sin embargo, la belleza de la filmación y lo inusual del argumento (el cual nos recuerda, por su extravagancia y por los constantes viajes de sus protagonistas, a Hasta el fin del mundo, la espléndida película de Wim Wenders), mantiene al espectador con la vista pegada a la pantalla. Ambas películas (la de Wenders y la de Wertmüller) comparten un contexto sofisticado, un ambiente apocalíptico, un gusto por lo inesperado y llevan al extremo algunas de las posibilidades que ofrece nuestro tiempo (el viaje constante de un lado a otro del planeta, la cacería del amor a través de los medios de transporte y de comunicación, la búsqueda o el escape a gran escala: Roma, París, Venecia, Londres, Nueva York, pues es en esos escenarios en los que se desarrolla esta aventura contemporánea.*




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* Las reseñas de la sección Cine de Hoy (2001-2010), y muchas de Cine de Ayer (1971-2000), salvo aclaración, fueron escritas en las fechas del estreno en México de esas obras, en salas de cine o, como en este caso, en video, y son publicadas aquí (más o menos) como fueron publicadas en su momento en medios impresos de Coahuila.

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Actualización:
Lina Wermüller, nacida el 14 de agosto de 1926, en Roma, Italia, filmó antes de la película comentada, Questa volta parliamo di uomini (1965), Rita la zanzara (1966), No provoquen al mosquito (Non stuzzicate la zanzara, 1967), Il mio corpo per un poker (1968), Mimì metallurgico ferito nell'onore (1972), Film de amor y anarquía (Film d'amore e d'anarchia, ovvero 'stamattina alle 10 in via dei Fiori nella nota casa di tolleranza..., 1973), Tutto a posto e niente in ordine (1974), Travolti da un insolito destino nell'azzurro mare d'agosto (1974), Pasqualino Settebellezze (1975) y Un complicato intrigo di donne, vicoli e delitti (1985), entre otras. Después de En una noche de claro de luna, filmó: Sabato, domenica e lunedì (1990), Ninfa plebea (1996), Ferdinando e Carolina (1999), Peperoni ripieni e pesci in faccia (2004), entre otras. Su obra más reciente es un documental corto de 40 minutos llamado Roma, Napoli, Venezia... in un crescendo rossiniano (2014).

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En una noche de claro de luna (In una notte di chiaro di luna). Dirección: Lina Wertmüller. Guión: Lina Wertmüller. Diálogos: Rutger Hauer. Fotografía: Carlo Tafani. Edición: Pierluigi Leonardi. Diseño de producción: Amedeo Fago y Enrico Job. Vestuario: Gianni Versace. Música: Avion Travel, Pino D’Angiò y Greco. Con: Rutger Hauer, Faye Dunaway, Nastassja Kinski, Peter O’Toole Dominique Sanda y Lorraine Bracco, entre otros. Países: Italia y Francia. 1989. 106 minutos.


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