Hechizo
del tiempo
(Groundhog
Day, EEUU, 1993)
de Harold Ramis
Jesús
Guerra
El
nombre Hechizo del tiempo no dice
gran cosa, a primera vista. Sin embargo, el nombre en castellano es apropiado,
aunque tal vez no sea excelente ni memorable. El título en inglés es bastante
más prosaico, pero muy característicamente norteamericano, incluso de su
literatura (y me refiero al tipo de título, no a este título en particular). Se
llama Groundhog Day (‘El día de la
marmota’). ¿Memorable? Memorizable, tal vez. En cambio, la película sí que es
memorable.
No
se trata, por supuesto, de una obra maestra. Conserva su carácter ligero, pero
es una buenísima película, gracias a que está bien realizada en todos los
niveles, claro, pero básicamente gracias a su argumento, que es verdaderamente
sen-sa-cio-nal:
Phil
Connors (interpretado brillantemente por Bill Murray, muy a lo Bill Murray) es
el locutor de las noticias meteorológicas de un canal de TV. Está convencido de
ser un hombre talentoso, y si bien en pantalla es gracioso, en su vida privada
es insoportable porque es absolutamente neurótico y simplemente no resiste a la
gente. Phil es enviado ese 2 de febrero a un pueblecito de nombre
impronunciable (y lo que es peor, inescribible, algo así como “Punswatawaney”),
a la celebración conocida como —precisamente— “El Día de la Marmota”, un rito
local en el cual todo el pueblo observa a una marmota salir de un árbol y el
alcalde “habla con ella en lenguaje de marmota”. Si al salir del árbol el
animalito no ve su sombra, entonces habrá seis semanas más de invierno. Para
las pulgas de Phil, todo el acontecimiento es una babosada, pero tiene que
realizar el reportaje. La productora que lo acompaña ese año, Rita (Andie
MacDowell), no sólo es nueva, sino que es inocentona y, para colmo, optimista.
El camarógrafo se la pasa diciéndole a Rita, para justificar a Phil, que éste
es una diva.
A
las seis de la mañana del día de la celebración, Phil se levanta, desayuna,
sale al pueblo y se topa con un conocido a quien detesta, lo evade, llega al
lugar de la grabación del reportaje, lo realiza de mala gana, comen y se
disponen a regresar a Chicago, pero una tormenta de nieve (que Phil había dicho
en TV que se desviaría) hace que la policía del poblado cierre las carreteras.
Ni modo, un día más en el lugar impronunciable.
Pero
en la mañana siguiente comienza el hecho extraordinario, el “hechizo del
tiempo”. Phil nota que todo se está repitiendo exactamente igual que el día
anterior. Él puede cambiar, hacer otras cosas, decir otras cosas, pero todo lo
que él no controla, como el comportamiento de los demás, se repite. Incluso la
celebración. Y es que es, otra vez, el 2 de febrero. Y día tras día es el mismo
día. Phil pasa por varias fases. Primero se desespera al grado de intentar
suicidarse, y de hecho lo hace, varias veces y todas con éxito, pero al día
siguiente vuelve a despertar en su cama, a las 6 a.m., con la misma canción y
los mismos comentarios de los locutores de la radio pueblerina.
Luego,
decide hacer una cosa maravillosa: se pone a construir, lenta y pacientemente
(aunque para el espectador es muy rápido) un día perfecto. Primero, de manera
egoísta, construye un día perfecto para él. Luego intenta enamorar a Rita, día
tras día con el repetirse de las situaciones: descubre los gustos de la mujer
hasta llegar al momento de entablar diálogos perfectos. Después, como ya conoce
todos los pequeños accidentes que se suscitan en el pueblo, llega al lugar con
lo necesario para solucionarlos. Toma lecciones de piano, lecciones sucesivas
para él que son siempre “la primera lección” que la maestra le da. Conoce las
vidas de una serie de personajes del pueblo. Poco a poco deja atrás su egoísmo
y se pone a ayudar a todo el mundo, gracias a que sabe de antemano qué les
sucederá. Es decir: se perfecciona.
Esta
comedia, inscrita en el género de lo fantástico, es una metáfora de la
monotonía de la vida del común de las personas y es una enseñanza de cómo
pueden utilizar el conocimiento relativamente seguro de lo que sucederá para
mejorar sus vidas y mejorar las de los demás. Es una metáfora, también, de la
cárcel que el tiempo es para el ser humano. Es una investigación sobre la
espontaneidad y su contrario. Un análisis de la rutina y de las sorpresas. ¿Fue
todo un sueño —un largo y minucioso sueño— o fue, como en Dimensión Desconocida, un hundimiento en la famosa Twilight Zone que sirve para hacer
reflexionar a quienes traspasan su umbral? Es todo eso. Es, ante todo, una
fantasía, una deliciosa fantasía, definitivamente memorable.
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Las reseñas de la sección Cine de Hoy
(2001-2010), y muchas de Cine de Ayer
(1971-2000), salvo aclaración, fueron escritas en las fechas del estreno en
México de esas obras, en salas de cine o en video, y son publicadas aquí (más o
menos) como fueron publicadas en su momento en medios impresos de Coahuila.
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Actualización:
Hechizo
del tiempo es hoy, sin duda, una obra clásica de fines del siglo XX. Después de Groundhog
Day, Bill Murray, quien ya para entonces había participado en más de 20
cintas, ha filmado más de 30 películas más, a lo que hay que agregar algunos
cortometrajes, series de TV, programas de TV, y además ha sido la voz de
diversos personajes animados en películas y en videojuegos.
Por
su parte, el actor, guionista, productor y director Harold Ramis, quien realizó
12 largometrajes (Hechizo del tiempo
fue el cuarto), dirigió después Stuart
Saves His Family (1995), Multiplicity
(1996), Analyze This (1999), Bedazzled (2000), Analyze That (2002), The Ice
Harvest (2005), Atlanta (para TV,
2007), y Year One (2009), además de
varios capítulos de la serie de TV The
Office. Harold Ramis, quien nació en 1944, murió en 2014, a los 69 años de
edad.
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Hechizo
del tiempo (Groundhog
Day)
Dirección: Harold
Ramis
Guión: Danny
Rubin y Harold Ramis
Fotografía: John
Bailey
Edición:
Pembroke J. Herring
Dirección de arte: Peter
Landsdown Smith
Con: Bill
Murray, Andie MacDowell, Chris Elliot, Stephen Tobolowsky, Brian Doyle-Murray y
Marita Geraghty, entre otros.
Género:
Comedia, Drama, Fantasía.
País: EEUU
Año: 1993
Duración: 101
minutos
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