Roma
(México y Estados Unidos, 2018)
de Alfonso Cuarón
Jesús Guerra
A
estas alturas casi todos los que tenían que ver la película Roma, de
Cuarón, la vieron ya. Saben de qué trata, y de qué no trata (como de la capital
de Italia, por ejemplo). Los mexicanos se han peleado en charlas de café y,
sobre todo, en Twitter. Cada uno sabe por qué le gusta o por qué no le gusta.
Creo que a muchos (sobre todo quienes crecieron durante los años 70 en el DF)
les gusta porque les recuerda su pasado. En Twitter algunos se asombraron
porque la película estaba tan bien hecha que salían los anuncios del banco
Serfín. Claro, la película recrea muy bien algunas calles de la Ciudad de
México en 1971. A algunos otros les gusta por motivos ideológicos: la reivindicación
de los indígenas. Cierto (en el caso de que eso sea), está muy bien. ¿Pero la
película es realmente buena?
Hay
quienes piensan que la película es buena porque ha gustado mucho en el extranjero.
Y porque ha ganado premios. De hecho, es impresionante la cantidad de premios
que ha ganado, y muchas más las nominaciones que ha tenido (y tiene aún): mejor
película, mejor película en lengua extranjera, mejor dirección, mejor guion,
mejor fotografía, mejores decorados... hasta mejores actuaciones.
Yo
parto de la siguiente idea: cuando vemos filmes de culturas muy ajenas a
nosotros no podemos saber si están bien actuadas o no, simplemente porque no
conocemos el lenguaje ni el comportamiento de las personas de dicha cultura, no
podemos saber si la manera en que hablan los actores es natural o no, ni si la
manera en que se comportan es la normal, ni en el presente ni en el pasado.
Basta ver una película griega, turca, coreana o japonesa para que las actuaciones
nos desconcierten. ¿Así se comporta la gente allá? ¿Así hablan? No lo sabemos.
Incluso con películas en lenguas familiares (las hablemos o no), hay cosas que
no podemos determinar. Muy pocos mexicanos (a menos que sean cien por ciento
bilingües y hayan vivido en el país en cuestión) podrán decir con certeza, por
poner un ejemplo, que un actor australiano que interpreta a un neoyorkino en
una cinta ubicada en los años 50 tiene un acento falso. ¿No es así?
Imagino
que eso les sucede a los críticos norteamericanos e ingleses que he leído y que
dicen que las actuaciones en Roma son muy naturales. A nosotros, o por
lo menos a mí, con contadas excepciones (entre las que está Yalitza Aparicio debido a la limitada expresividad de su
personaje), me parecen muy acartonadas la mayor parte de las actuaciones.
El lenguaje y el tono con que los actores dicen sus líneas también son falsos.
Por eso, las nominaciones a los Oscar de Yalitza
Aparicio y de Marina de Tavira son
desconcertantes, por decir lo menos. Debo señalar que como mexicano me gustan
sus nominaciones, pero como espectador de cine me parecen una exageración. Creo
que ambas actrices están bien en sus papeles respectivos, pero nada más. Y hay
algunos actores que, aunque tienen pocas líneas de diálogo, nunca aciertan a
decirlas en el tono adecuado.
¿Por
qué gusta este filme en el extranjero? Porque la fotografía y los decorados son
muy buenos, porque para los espectadores no mexicanos esta obra es más un
viaje, una ventana que deja ver una ciudad ajena que ya ni siquiera existe
porque el DF de 2018 es otro; porque es intrínsecamente interesante, quizá no
como película pero sí como una especie de falso documental, como experiencia
turística-antropológica-sociológica, como lo pueden ser para nosotros las
películas de Irán o Iraq, o una egipcia —hecha en nuestros días— que transcurra
en la Alejandría de los años 50 o 70. ¡Qué interesante! ¡Es la vida cotidiana! Para
colmo, todos los recuerdos de infancia de Cuarón están concentrados en ese año
que nos muestra su cinta: sus personajes se asoman a la ventana y pasa un
afilador de cuchillos, con su característica flauta; salen a la calle y pasa un
vendedor de camotes, con su melancólica melodía, que recuerda un barco que
parte.
Y
eso de que Roma sea la mejor película de Cuarón —como han expresado
muchos críticos cinematográficos— me parece un error de apreciación (aunque sé
que siempre los gustos ajenos diferentes a los nuestros siempre nos parecen un
error de apreciación). Sí es su película más personal, y quizá sea la película
en la que más ha hecho (escribió el guion, dirigió, fue el director de
fotografía y coeditó la cinta) y creo que de todo esto en lo que sobresale Roma
es en edición y, sobre todo, en fotografía. Y de las cosas que no hizo Cuarón
en lo personal, me gustan los decorados y esa recreación monumental de algunas
cuadras de la ciudad. Pero la película es tan, pero tan espantosamente aburrida,
que creo que la disfrutaría más viendo los fotogramas en un libro. Hacer todo
eso para contarnos la historia que nos cuenta me parece un desperdicio. Como
pueden ver, soy de los que creen que el peor pecado que un artista puede
cometer es aburrir a su público.
¡Y
esa escena del incendio del bosque en la noche de Año Nuevo! De neorrealismo
tardío pasamos al surrealismo trasnochado... Es una escena de lo más
pretensiosa. ¿Qué hace ahí ese nórdico ebrio cantando mientras todos corren
para apagar las llamas? Es como una escena de otra película pegada en Roma
por equivocación. Y ya ni hablemos de la escena del Profesor Zovek...
Y
con esto paso al guion: ¿Es de una telenovela, de una historieta mexicana de
los años 50 o de una película de arte de 2018? ¿Han visto ese video de un
programa español en donde se burlaron de Roma, haciendo el tráiler de
una cinta llamada Nada? Y es que, en efecto, y más teniendo en cuenta
que Roma dura 135 minutos, en este filme no pasa realmente casi nada. ¡Y
el guion está nominado al Oscar! Si se lo gana, los estudiantes de guionismo
tendrán que comenzar a buscar otra carrera o recomenzar de cero, porque todo lo
que hayan estudiado sobre cómo se escribe un guion ya no les servirá. Otra vez,
como mexicano: ¡qué bien que Cuarón esté nominado también como guionista!, pero
como espectador de cine me desconcierta y me alarma esta nominación. ¿Quién de
ustedes comprará el DVD de Roma y verá la película una vez al año
durante los próximos 10 años? O bien, ¿quién de ustedes piensa que nadie se va
a acordar de Roma dentro de 10 años?
Sí,
Roma nos recuerda que se puede hacer otro cine, que la mayor parte de
los espectadores adultos estamos cansados de superhéroes y de películas hechas
a partir de efectos especiales, por eso esta especie de neo-neorrealismo llama
la atención, pero, por favor, que nos cuenten historias interesantes con
actuaciones adecuadas.
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Roma
Dirección:
Alfonso Cuarón
Guión: Alfonso
Cuarón
Fotografía (en blanco y negro): Alfonso Cuarón
Edición: Alfonso
Cuarón y Adam Gough
Dirección de producción: Eugenio Caballero
Dirección de arte: Carlos Benassini y Oscar Tello
Música (Supervisión Musical): Lynn Fainchtein
Con: Yalitza
Aparicio, Marina de Tavira, Fernando Grediaga, Jorge Antonio Guerrero, Nancy
García García, Verónica García, Diego Cortina Autrey, Carlos Peralta, Marco
Graf, Daniela Demesa y, por supuesto, Latin Lover como el Profesor Zovek, entre
otros.
Género: Drama
País: México
y Estados Unidos
Idioma: Español
y mixteco, entre otros.
Año: 2018
Duración: 135
minutos
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